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Así se terminó el Sánchez-Pizjuán con una idea que revolucionó todo

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Así se terminó el Sánchez-Pizjuán con una idea que revolucionó todo

Así se terminó el Sánchez-Pizjuán con una idea que revolucionó todo

El mundo del fútbol, como el de la música, está lleno de historias de pasión, esfuerzo y momentos inolvidables que forjaron la leyenda de sus campos de batalla. Y precisamente de eso se trata hoy, porque el Sevilla FC está de celebración. Conmemorando nada menos que 50 años de la terminación de su icónico estadio, el Ramón Sánchez-Pizjuán, el club nos acaba de dar una lección de cómo la historia y la comunidad pueden ir de la mano para lograr lo inimaginable. ¡Prepárense para un viaje en el tiempo lleno de anécdotas sorprendentes!

Este recuerdo se hizo presente en una reciente conferencia que seguro hizo vibrar a todos los presentes. Fue una jornada especial en la que Juan Castro, una figura clave del Área de Historia del club, y su compañero Javier Terenti, nos desgranaron los entresijos de aquella épica recta final en la construcción del feudo nervionense. Un evento que, por cierto, comenzó con un emotivo homenaje a la memoria de Domingo Muñoz González y Julián Hernández Naranjo, los socios número 1 y 2 del Sevilla FC, quienes tristemente nos dejaron poco antes de esta significativa conmemoración. Un detalle que nos recuerda que detrás de cada club, hay personas que lo construyen día a día.

Grandes Visionarios y un Contexto Desafiante

Cuando Juan Castro tomó la palabra, la sala se llenó de un aire de expectación. El historiador no tardó en señalar a dos figuras determinantes que, con su visión y tenacidad, fueron el verdadero motor detrás de la finalización del estadio: José Ramón Cisneros y Eugenio Montes. Estos dos nombres, que además tuvieron la particularidad de ocupar la presidencia del club uno tras otro, fueron la pieza clave que permitió empujar el proyecto a pesar de los desafíos del momento. Imaginemos por un momento la valentía de tomar las riendas de una obra de tal magnitud en tiempos que, según el propio Castro, no eran precisamente los mejores en términos económicos y sociales.

Como en un buen solo de guitarra que eleva la melodía, así fue la manera en que el relato de Castro fue escalando en emoción. Nos explicó que la coincidencia de estos dos visionarios en la presidencia fue fundamental para dar continuidad a la obra. No es poca cosa, ¿verdad? Es el tipo de sinergia que hace que los proyectos más ambiciosos se materialicen. Su liderazgo fue la luz que guio la construcción hasta la meta, demostrando que con convicción y voluntad, se pueden superar los obstáculos más complejos.

La «Fila 0»: La Jugada Maestra del Sevillismo

Pero si hay una historia que realmente se lleva la ovación, una que encapsula el espíritu inquebrantable del sevillismo, es la que Juan Castro compartió sobre la famosa «Fila 0». Esto no fue una campaña de marketing al uso, sino una verdadera demostración de fe y lealtad. El 30 de agosto de 1974, en un partido amistoso contra el Levski de Sofía, surgió una idea brillante y audaz: habilitar unas taquillas para que los aficionados pudieran comprar simbólicamente un asiento, una «Fila 0», a un precio de 50 pesetas. ¿La sorpresa? ¡No se iban a ver los resultados de la construcción inmediatamente! Era una muestra de apoyo ciego, de creer en el proyecto antes de que los ladrillos estuvieran puestos.

Y aquí viene lo verdaderamente épico: aproximadamente 3.300 personas adquirieron esa «Fila 0» sin tener aún la visión completa de lo que estaban invirtiendo. ¡Impresionante! Este acto de confianza masiva fue el punto de inflexión. Animó a la comisión encargada de la construcción porque les confirmó que la afición, esa base leal y apasionada, respondería sin dudar. Fue la inyección de energía y moral que el proyecto necesitaba, un claro mensaje de que el corazón del sevillismo latía fuerte por su estadio.

La Culminación de un Sueño: El Estadio Terminado

El tiempo, como en una buena composición musical, tiene su ritmo. Después de aquel impulso inicial de la «Fila 0», y con el ascenso a Primera División en 1975 como telón de fondo glorioso, el Sevilla FC pudo finalmente poner el broche de oro a su hogar. Fue un camino que culminó en un momento doblemente especial:

  • El 6 de septiembre de 1975, en un encuentro contra Las Palmas, la afición ya pudo ver la Grada Sur completamente construida. ¡Un hito que llenaría de orgullo a cualquiera!
  • Un mes después, el 5 de octubre de 1975, se jugó un vibrante partido entre el Sevilla y el Espanyol, y para ese entonces, ¡el Ramón Sánchez-Pizjuán estaba completamente terminado! Un sueño hecho realidad, un hogar para su pasión.

Estos partidos no fueron solo eventos deportivos, fueron la materialización de un esfuerzo colectivo, la recompensa a una fe inquebrantable y la culminación de un proceso que había involucrado a tanta gente. Desde aquel momento, el Sánchez-Pizjuán se convirtió en el templo que conocemos, un lugar donde se han vivido innumerables noches de gloria, alegrías desbordantes y, en ocasiones, tristezas que solo se curan con el tiempo y el apoyo incondicional.

El Legado de los Héroes Anónimos y Reconocidos

Para cerrar su intervención, Juan Castro hizo un reconocimiento que resuena profundamente. Puso en valor el esfuerzo incansable de los aficionados, esos sevillistas de base que no dudaron en aportar a la «Fila 0». Es un recordatorio de que las grandes obras no solo se construyen con cemento y hierro, sino con el corazón de la gente. También destacó el papel fundamental de la Peña Sevillista Al Relent y otras aportaciones individuales, que junto al ímpetu de nombres como José Ramón Cisneros, Eugenio Montes y Gabriel Rojas, hicieron posible que el sueño del Ramón Sánchez-Pizjuán se hiciera realidad.

Esta historia es un himno a la perseverancia, a la comunidad y a la capacidad de un club y su afición de unirse para alcanzar metas que parecen inalcanzables. Cincuenta años después, el Ramón Sánchez-Pizjuán sigue siendo mucho más que un estadio; es el resultado de una idea revolucionaria, el testimonio de que con pasión y la unión de un pueblo, no hay límites. ¡Una historia que merece ser contada y recordada por siempre!

Fuente original de la información: ABC –

Créditos de la imagen:

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