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El carnicero de TikTok capturado pero ¿quién lo entregó realmente

El carnicero de TikTok capturado pero ¿quién lo entregó realmente El carnicero de TikTok capturado pero ¿quién lo entregó realmente El escenario sudanés se comp...






El carnicero de TikTok capturado pero ¿quién lo entregó realmente

El carnicero de TikTok capturado pero ¿quién lo entregó realmente

El escenario sudanés se complica aún más con la reciente noticia de la captura del comandante Abu Lulu, una figura tristemente célebre en las redes sociales por sus horripilantes confesiones. Perteneciente a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), este personaje, también conocido como Al-Fatí Abdulá Idris, se ha ganado macabros apodos como «el carnicero del siglo» o «el ejecutor de TikTok». La sorprendente detención, anunciada por las propias RSF, ha desatado una ola deescepticismo e indignación, levantando sospechas sobre la verdadera intención detrás de esta acción.

La historia de Abu Lulu es de esas que te helan la sangre. Este comandante no solo lideró ejecuciones masivas en Sudán, sino que tuvo la osadía de emitir en directo en TikTok, alardeando de haber asesinado a cientos de personas y confesando su siniestro objetivo de llegar a las 2.000 víctimas. Uno de sus videos más escalofriantes lo muestra ejecutando a un hombre que implora por su vida, evidenciando una brutalidad sin límites. Las imágenes que circulan, donde se le ve ejecutando civiles a quemarropa mientras sus hombres lo vitorean, o alardeando de no perdonar «ni a un prisionero», pintan un cuadro de horror absoluto.

¿Una Maniobra de Relaciones Públicas?

Las RSF, el poderoso grupo paramilitar inmerso en una guerra civil contra el ejército sudanés, dieron a conocer la detención de Abu Lulu a través de un video, mostrando al comandante tras las rejas en lo que describieron como una prisión en Darfur del Norte. Pero la reacción no fue la esperada. Organizaciones de derechos humanos y activistas sudaneses han calificado este arresto como un «gesto vacío» y una «broma dolorosa».

Para muchos, esta detención no es más que una estrategia de las RSF para intentar lavar su empañada imagen. Mohamed Suliman, un investigador y escritor sudanés, lo expresó claramente al señalar que parece una «maniobra de relaciones públicas para desviar la indignación mundial». La idea es simple: culpar a unos cuantos «soldados descontrolados» y no a una política sistemática de genocidio, como sugieren algunos expertos. Pero los sudaneses no se han quedado callados y han lanzado el hashtag «Todos ustedes son Abu Lulu», demostrando que no se creen esta versión y que, para ellos, toda la milicia comparte la misma mentalidad y prácticas. Es un grito que resuena, señalando a la totalidad de las RSF como responsables de las atrocidades.

El Largo Eco de la Impunidad

La situación en El Fasher es desgarradora. Informes del Laboratorio de Investigación Humanitaria de la Universidad de Yale hablan de una «limpieza étnica sistemática e intencional» contra comunidades no árabes, como los Fur, Zaghawa y Berti. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, ha advertido sobre el «riesgo creciente de violaciones y atrocidades por motivos étnicos», un panorama desolador que nos recuerda las peores páginas de la historia.

La activista sudanesa Hala al-Karib resalta lo crudo de la situación al decir que hay «falta de rendición de cuentas e indiferencia hacia nuestra humanidad». Cientos de miles de personas han perecido, y la violencia sexual contra mujeres y niñas es una realidad brutal. Al-Karib recuerda que las RSF son descendientes directas de las milicias Janjaweed, responsables de las masacres en Darfur en los años 2000, lo que para ella significa que «nada ha cambiado». Este contexto histórico agrava la desconfianza hacia las declaraciones de las RSF, sugiriendo un patrón de violencia y encubrimiento que se repite.

Una Catástrofe Humanitaria Silenciada

Los relatos de los supervivientes son elocuentes y desgarradores. La ONU y Médicos Sin Fronteras han documentado la magnitud de la catástrofe humanitaria. Miles han huido de El Fasher hacia Tawila, encontrando cuerpos de civiles «tirados a lo largo de la carretera», algunos incluso «atropellados por vehículos de las RSF». Los testimonios confirman violaciones a punta de pistola, el desplazamiento forzado de familias y la destrucción de infraestructura esencial.

La Organización Mundial de la Salud ha confirmado la muerte de al menos 460 pacientes en los ataques contra el hospital de maternidad saudí. Los soldados «regresaron dos veces y acabaron con lo que quedaba en pie», una imagen que evoca el terror y la desesperación. Mientras la comunidad internacional observa con alarma, la situación de Sudán se convierte en la mayor crisis humanitaria del mundo, afectando a más de 25 millones de personas, el equivalente a más de la mitad de la población de España.

La experta en prevención de atrocidades masivas, Shayna Lewis, subraya el intento de las RSF de «demostrar que las masacres son obra de unos pocos soldados descontrolados, en lugar de una política sistemática de genocidio». Pero para las víctimas y los observadores, el arresto de Abu Lulu es solo un símbolo fugaz, una sombra más en un horror que persiste.

Los cuerpos que continúan apareciendo en las calles de Darfur, las imágenes satelitales que revelan la magnitud de la devastación y los miles de desplazados que vagan sin rumbo, son testigos mudos de una «guerra que no se ve». El arresto del «carnicero de TikTok», lejos de traer justicia, parece exponer la profunda impunidad que asola Sudán. Es un recordatorio doloroso de que, a pesar de las detenciones y las noticias, el sufrimiento y la violencia están lejos de terminar en este rincón del mundo.

Fuente original de la información: ABC – Alexia Columba Jerez

Créditos de la imagen: redes sociales

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