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El drama personal de Baena antes de brillar en la selección

El drama personal de Baena antes de brillar en la selección El drama personal de Baena antes de brillar en la selección Álex Baena, el talentoso futbolista de 2...






El drama personal de Baena antes de brillar en la selección

El drama personal de Baena antes de brillar en la selección

Álex Baena, el talentoso futbolista de 24 años originario de Roquetas de Mar, es de esas personas que parecen transformar su timidez y calma fuera del campo en una explosión de intensidad cuando pisa el césped. Antes de un crucial viaje a Georgia, donde la selección española buscaría su pase al Mundial 2026, el jugador andaluz nos ha desvelado un lado menos conocido de su personalidad y trayectoria, un camino marcado por el sacrificio y una fortaleza mental impresionante. Su historia no es solo futbolística, sino un relato conmovedor sobre la familia, la soledad y la resiliencia.

Los Primeros Pasos: Un Salto Grande Demasiado Pronto

La primera imagen que Baena tiene de sí mismo es la de un niño de tres años jugando a la pelota con su hermano en Roquetas. El fútbol siempre fue parte de su vida, una pasión que creció al ver a su hermano y a su tío. Sin embargo, el verdadero giro llegó a los 11 años, cuando dio el salto a la prestigiosa cantera del Villarreal. Un movimiento que, a primera vista, parecía un sueño, pero que para un niño de esa edad se convirtió en una experiencia sorprendentemente dura.

En la residencia del Villarreal, Baena era el más joven. Pasaba gran parte del día solo, yendo al colegio y realizando sus actividades cotidianas sin la compañía de sus compañeros de equipo, que tenían horarios diferentes. Esta soledad, combinada con el apego a su numerosa familia —es uno de cinco hermanos—, hizo que los comienzos fueran extremadamente difíciles. Él mismo lo describe: «Iba al colegio solo, hasta por la tarde no veía a los compañeros del equipo, que iban al instituto. Teníamos horario diferente. Y estaba casi siempre solo durante el día. Fue muy difícil».

La adaptación fue una batalla constante. Baena confiesa que a menudo quería abandonar, con momentos muy emotivos que incluían llamadas telefónicas diarias a su madre, repletas de lágrimas y el deseo de regresar a casa. Su madre, sin embargo, fue su roca, la persona que «le obligó» a no rendirse, a volver a pesar de la dificultad. Un sacrificio que hoy, con la perspectiva de los años y el éxito, Álex agradece profundamente.

«Llamaba a mi madre 10, 15 o 20 veces al día. Por día. Desde que me despertaba hasta que me acostaba, me pasaba el día hablando con ella. Lo necesitaba. Era la única forma de tenerlos cerca.»

Este vínculo familiar era tan fuerte que la familia hacía visitas a Villarreal cada 15 o 20 días, un bálsamo necesario para Baena. Sin embargo, el precio personal fue alto: «Me he perdido la infancia de mis hermanas, los cumpleaños de mis hermanos. No es que duela, pero te jode no estar ahí. Es un sacrificio que he hecho por ellos para darles una vida mejor.»

El Sacrificio y la Madurez Temprana

La distancia forjada por su carrera profesional implicó locuras y esfuerzos. Su padrastro, por ejemplo, hacía viajes de un día para que Baena pudiera pasar un tiempo con su madre y hermanos. El propio Álex llegó a recorrer diez horas en coche para apenas medio día en casa. Estas experiencias, aunque hoy las recuerden «con humor», fueron en su momento un verdadero desafío que, con el tiempo, le obligaron a madurar. «Los primeros cinco o seis años se me hacía duro volver de vacaciones, pero al final también me hizo madurar. Es lo que te toca, es tu trabajo y lo vas asumiendo con más naturalidad», explica.

La decisión de dedicarse plenamente al fútbol llegó entre los 17 y 18 años. Estudió hasta Bachillerato, pero al final apostó todo por el balón. Su primer gran sueldo, reflejo de su esfuerzo y de ser un futbolista de élite, tuvo un destino conmovedor: le compró una casa a su madre y hermanos. Un gesto que simboliza el profundo agradecimiento por el apoyo incondicional de su familia, quienes también «se han sacrificado mucho».

Superando Momentos Oscuros: La Realidad de la Salud Mental en el Deporte

La trayectoria de Baena no ha estado exenta de momentos difíciles. Revela que hace tres años, en un periodo turbulento, quiso dejar el fútbol. Fue un cúmulo de circunstancias que lo llevaron al límite, pero el apoyo de sus hermanos, amigos, familia y, crucialmente, de su psicólogo, fueron fundamentales para remontar. Este episodio subraya la importancia de la salud mental, un tema cada vez más presente en el deporte de alto nivel.

Para Baena, la psicología no es algo puntual, sino un «entrenamiento continuo». Desde que llegó al primer equipo del Villarreal hace unos seis años, ha mantenido una relación constante con su psicólogo, con charlas regulares que le ayudan a mantener el equilibrio. Es una herramienta vital para gestionar la presión, una presión que él mismo se impone, buscando siempre dar lo mejor de sí, aunque no todo dependa al 100% de su esfuerzo.

La timidez de Baena fuera del campo contrasta con el gen competitivo que lo define dentro. «Todo lo que me falta fuera es lo que me sobra dentro del campo. Siempre, desde pequeño, he sido así, muy vergonzoso, tímido, introvertido. Muy mío. Y a lo mejor todo lo que tengo guardado lo expreso en el campo. Soy muy competitivo, no me gusta perder a nada y doy siempre el 100%», confiesa, revelando esta dualidad.

Prensa, Ego y Sentimiento de Selección

Baena también reflexiona sobre el influjo de la prensa deportiva y la polarización que, a su juicio, existe actualmente. Para él, un aspecto llamativo es cómo la «prensa deportiva» parece centrarse más en el morbo y en lo extradeportivo, alimentando el interés por los «cotilleos», con una narrativa que a veces se reduce a lo que acontece alrededor de dos grandes equipos. «Parece que en el fútbol español solo existen el Barça y el Madrid», sentencia, una crítica a un enfoque que opaca la realidad de otros clubes.

Un punto de inflexión en su recuperación personal fue la llamada de la Selección. Aunque los meses previos fueron de gran angustia, la convocatoria fue el inicio para retomar la felicidad. Ahora, cada vez que recibe una llamada del seleccionador, se convierte en «la persona más feliz del mundo», sintiendo una alegría plena que en aquella primera ocasión, con su cabeza aún perturbada, no pudo experimentar por completo. «Poco a poco, a partir de esa llamada del seleccionador, empecé a retomar la felicidad, puedo decir que fue el inicio de todo», comenta.

Respecto al funcionamiento del vestuario de la Selección, Baena alaba la gestión del seleccionador, quien no solo busca futbolistas, sino «buenas personas». Existe una química especial donde el ego se deja a un lado, fomentando un ambiente de unidad. También lamenta la falta de un sentimiento de selección duradero en España, que aunque se reaviva en grandes torneos como la Eurocopa o el Mundial, tiende a desvanecerse en el día a día. «Conseguimos en la Eurocopa otra vez ver a la gente ilusionada por la selección. Hacía tiempo que no se veía a los del Barça animar a los del Madrid, los del Madrid al Barça, los del Atlético al Madrid. Eso hacía mucho que no se veía. Y parece que cuando termina la Eurocopa todo eso se va y se vuelve otra vez a lo mismo».

El Atlético de Madrid: Un Nuevo Hogar Pasional

Finalmente, Baena comparte su entusiasmo por su actual club, el Atlético de Madrid. Lo que desde fuera parecía un gran club, desde dentro ha revelado una «magnitud» inesperada, especialmente en la «pasión» de sus aficionados. Describe al Atlético como «ese equipo de pueblo que todo el mundo siente mucho, que sufre por el club, que en los malos momentos nunca tiran la toalla, que siempre animan al equipo». Este ambiente encaja a la perfección con su filosofía de vida y de juego: «vivir sin miedo», entregándose con todo en cada minuto. Su elección, asegura, no podría haber sido mejor.

A pesar de la fama y la exposición, Baena se esfuerza por mantener una vida normal. Intenta conservar sus hábitos sencillos: tomar café, pasear, ir de compras, disfrutar de su familia y el cine. Acepta con naturalidad que le reconozcan y busca mantenerse accesible, «como uno más». En el campo, su posición preferida es la de mediapunta o interior, valorando su capacidad de adaptación. Al final, lo que más desea un jugador es sencillamente jugar, en cualquier posición que le toque.

Fuente original de la información: ABC – José Carlos Carabias

Créditos de la imagen: José Ramón Ladra

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