El gesto de los Reyes en Tiananmen que nadie esperaba
El gesto de los Reyes en Tiananmen que nadie esperaba
¡Atención, amantes de la cultura y la política internacional! Hay noticias que nos hacen levantar una ceja y reflexionar, y esta es una de ellas. La icónica y controvertida plaza de Tiananmen en Pekín ha sido el epicentro de un acontecimiento diplomático que está dando mucho de qué hablar. Los Reyes de España, Don Felipe y Doña Letizia, han protagonizado un inicio de visita de Estado en China que ha sorprendido a propios y extraños, generando un debate sobre el simbolismo y las implicaciones de sus acciones.
Imaginen la escena: banderas de España y de la República Popular China ondeando al unísono en un lugar cargado de historia. La plaza de Tiananmen, ese vasto espacio al sur de la Ciudad Prohibida, flanqueado por el imponente Gran Palacio del Pueblo y el Museo Nacional de Historia, donde descansa el fundador de la República Popular China, Mao Zedong. Sin embargo, para muchos, este lugar evoca un capítulo mucho más sombrío y silenciado en la historia reciente china: la brutal represión de las protestas prodemocráticas de 1989. Un evento que el gobierno chino ha intentado borrar de la memoria colectiva y que mantiene bajo un riguroso control de seguridad.
Un acto que rompe con la tradición
Si bien es habitual que los mandatarios extranjeros inicien sus visitas de Estado en China por Tiananmen, lo que ha convertido este evento en extraordinario es la ofrenda floral realizada por los monarcas españoles. Normalmente, los jefes de Estado de otros países evitan este tipo de actos en la plaza, precisamente por su compleja carga histórica. El gesto de Don Felipe y Doña Letizia, al ascender las escaleras del Monumento a los Mártires del Pueblo y depositar una corona, ha sido interpretado como una validación de un espacio que, para el régimen comunista, representa su autoridad, pero que para el mundo exterior es un doloroso recordatorio del silencio impuesto sobre la masacre.
Este acto adquiere un matiz aún más delicado para España si recordamos el pasado. Nuestro país fue uno de los que, en su momento, optó por no imponer sanciones a Pekín tras los acontecimientos de 1989. Además, en visitas anteriores a China, los padres del actual monarca, Juan Carlos I y la Reina Sofía, eligieron explícitamente no incluir la plaza de Tiananmen en su itinerario ni realizar ninguna ofrenda floral, a pesar de que Don Juan Carlos fue el primer jefe de Estado occidental en visitar China después de aquella tragedia.
La Moncloa y las implicaciones geopolíticas
La decisión de incluir la ofrenda floral en la agenda no es baladí. Fuentes cercanas a la diplomacia española sugieren que este tipo de detalles en los viajes de Estado son meticulosamente planificados por el país anfitrión y, en última instancia, son aprobados por el Palacio de la Moncloa y el Ministerio de Asuntos Exteriores, más allá de la Casa Real. Aunque hay voces que reconocen la incomodidad y el posible uso propagandístico que el régimen chino podría hacer de este acto, se defiende su inclusión como una «concesión» necesaria para asegurar el máximo rédito de la visita y mantener el perfil deseado.
Otro punto a considerar es la reciprocidad diplomática. Algunos señalan que la ofrenda floral de los Reyes podría ser una respuesta amable a la que el presidente Xi Jinping realizó en la Plaza de la Lealtad durante su última visita de Estado a España en 2018. Sin embargo, en el actual escenario global, este gesto tiene una resonancia particular. En un momento en que la Unión Europea y Estados Unidos miran con recelo la creciente influencia de China y sus prácticas autoritarias, el acercamiento español, especialmente con un gesto tan simbólico, podría generar cierta inquietud entre los aliados tradicionales de España.
Un monumento de glorias y silencios
El Monumento a los Mártires del Pueblo, donde los Reyes depositaron la corona, está dedicado a la memoria de aquellos «mártires revolucionarios» que sacrificaron sus vidas por la causa. La inscripción, caligrafiada por el propio Mao Zedong, es un claro homenaje a la visión del régimen. Sin embargo, sus mosaicos y narrativas no mencionan en absoluto el millón de manifestantes que, a finales de mayo de 1989, clamaban por un mayor pluralismo político en esa misma plaza. Un silencio que el régimen impuso ordenando a las fuerzas armadas la brutal represión de su propia población.
La presencia de los Reyes en este acto, por lo tanto, no es solo un formalismo diplomático. Es un acto cargado de simbolismo que legitimiza, para algunos, un escenario que ha sido desde entonces el mayor estigma para la legitimidad del régimen. Sin duda, un momento para analizar las complejidades de la diplomacia internacional y cómo los gestos, por pequeños que parezcan, pueden resonar profundamente en el gran tablero de la política mundial.
Antes de la polémica ofrenda floral, en el interior del Gran Palacio del Pueblo, se sellaron diez acuerdos entre España y China. Estos pactos abarcan desde la cooperación científica y educativa hasta la promoción cultural y la seguridad alimentaria, con un último acuerdo añadido en materia económica. El presidente Xi Jinping destacó la relevancia histórica y simbólica de la relación entre ambos países, subrayando que el Rey Felipe VI es un «buen amigo del pueblo chino» y reconociendo el papel de la Casa Real en el desarrollo de estas relaciones. Recordó la visita de Juan Carlos I en 1978 como un hito que «abrió un nuevo capítulo» y expresó su deseo de construir una Asociación Estratégica Integral «más firme y con mayor influencia internacional».
Por su parte, Felipe VI agradeció la hospitalidad de Xi Jinping y resaltó la solidez de una relación basada en la «confianza mutua, bajo los principios de respeto y prosperidad compartida». Sin embargo, un pequeño incidente final ensombreció el cierre de la intervención del Rey: el equipo de seguridad intentó retirar a los periodistas españoles del salón de reuniones antes de que Su Majestad concluyera sus palabras, dejando a muchos sin escuchar el final de su discurso.
Así, la visita de los Reyes a China se ha cargado de significado, de encuentros estratégicos y, sobre todo, de un gesto que deja a la cultura y el entretenimiento con mucho de qué hablar y reflexionar sobre el delicado equilibrio entre la diplomacia y la memoria histórica.
Fuente original de la información: ABC – Angie Calero
Créditos de la imagen: AFP