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El peligro de no tomarse en serio la defensa nacional

El peligro de no tomarse en serio la defensa nacional El peligro de no tomarse en serio la defensa nacional ¡Amigos de Vinyl Station Radio! Hoy nos metemos de l...






El peligro de no tomarse en serio la defensa nacional

El peligro de no tomarse en serio la defensa nacional

¡Amigos de Vinyl Station Radio! Hoy nos metemos de lleno en un tema que, aunque no suene a nuestro vinilo favorito, tiene un impacto brutal en nuestra seguridad y en cómo suenan las cosas en el escenario internacional. Hablamos de la política de defensa de España y de cómo la forma en que se maneja internamente puede, y de hecho está, creando ondas sísmicas a nivel global. Prepárense, porque la cosa promete más drama que un final de temporada de su serie favorita.

Seamos sinceros, ¿quién no ha presenciado cómo la política interna en nuestros países a menudo secuestra o, peor aún, distorsiona la política exterior? En España, esta tendencia ha alcanzado cotas insospechadas. La situación es tan curiosa como preocupante: parece que hay un intento por tapar un escándalo con otro, una maniobra que, lejos de solucionar nada, solo complica lo que ya es un enredo internacional de proporciones épicas.

El meollo del asunto radica en un compromiso serio, la inversión del famoso 5% del PIB en Defensa. Este no es un capricho, es la clave para salvaguardar el Artículo 5 de la OTAN, ese pilar fundamental que une a Estados Unidos y Europa. Es el corazón de la seguridad transatlántica, una relación de la que no existe un «plan B», no importa cuánto algunos se esfuercen en buscar oportunidades en otros lares. Y sin embargo, la actitud de ciertos sectores parece ser la de firmar el compromiso con la mano derecha, mientras se lo toman a broma con la izquierda. Esta chulería, amigos, tiene un precio, y todo apunta a que será carísimo.

¿Trump 2.0? Más vale entenderlo ya

Uno se pregunta, ¿dónde están los asesores? ¿Acaso nadie se molesta en leer la prensa internacional de peso para entender el panorama? La reaparición de figuras como Donald Trump en el tablero político estadounidense es una señal más que clara. Los aliados europeos están haciendo malabares, piruetas y hasta el pino-puente para mantener a salvo esa relación vital con el otro lado del Atlántico. No es el momento para subestimar, ni mucho menos vacilar, a un líder de ese calibre. La historia ya nos ha mostrado lo volátil que puede ser esa relación, y ahora, más que nunca, la diplomacia y el respeto son esenciales.

La idea de que un gobierno sumergido en sus propias investigaciones internas, negociaciones complejas con figuras políticas y con una moralidad elástica sobre la corrupción, pueda desviar la atención con gestos grandilocuentes en política exterior es, cuanto menos, frágil. Intentar compensar la precariedad interna con un «flotador» diplomático, o pensar que la Unión Europea saldrá al rescate cuando la iniciativa más destacable ha sido batallar por la inclusión de un idioma regional en las instituciones de Bruselas, es de una ingenuidad pasmosa.

La paradoja española: saliendo del vagón de cola, pero sin compromiso real

Y aquí viene la gran paradoja que nos deja boquiabiertos: España, a duras penas, está dejando atrás ese humillante último puesto en inversión en Defensa, una posición que compartía con Luxemburgo. Pero, ¿de qué sirve escalar posiciones en los números si la actitud general del gobierno no se toma en serio la seguridad nacional?

  • Vemos cómo se aceptan situaciones como las barquitas de la Guardia Civil enfrentándose a narcolanchas, una imagen que clama al cielo.
  • Se observa con preocupación el expansionismo territorial de Marruecos, una situación que exige una respuesta seria y cohesionada.
  • El despliegue militar en situaciones de crisis, como las inundaciones de Valencia, toma 72 horas, un tiempo que en muchos escenarios de seguridad operativa podría ser catastrófico.
  • Y, por si fuera poco, la surrealista situación de excarcelar a un terrorista yihadista para instrumentalizarlo en el Congreso y, de paso, culpar al propio Estado por un atentado.

Estas son pinceladas de un cuadro mucho más amplio y preocupante, donde parece que la defensa nacional es un tema secundario, un mero peón en el ajedrez político local. Una nación que no se toma en serio su propia seguridad es una nación vulnerable, y en el complejo tablero global actual, esta vulnerabilidad puede tener consecuencias impredecibles y, sobre todo, irreversibles.

Desde Vinyl Station Radio, siempre hemos defendido que la música nos conecta y nos hace reflexionar. Hoy, esta reflexión va más allá de un buen riff de guitarra. Nos invita a pensar en la seriedad, la coherencia y la visión a largo plazo que la política de defensa exige de nuestros líderes. Porque al final del día, la seguridad de una nación es la melodía que necesitamos para bailar en paz.

Fuente original de la información: ABC – Pedro Rodríguez

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