El silencio de lo que fue Ucrania
El silencio de lo que fue Ucrania
Desde Vinyl Station Radio, siempre estamos atentos a las historias que resuenan en el mundo, y hoy nos adentramos en una que, aunque marcada por el dolor, nos habla también de resiliencia y esperanza. Recordamos el febrero de 2022, un momento que cambió la vida de millones cuando el ejército ruso cruzó la frontera ucraniana. Aquellos días estuvieron llenos de escenas desgarradoras en la frontera con Polonia, donde familias enteras intentaban escapar de la barbarie. La ley marcial de entonces impedía a los jóvenes de 18 años abandonar el país, considerándolos parte de las reservas militares. Esto forzaba decisiones imposibles: ¿dejar a un hijo casi adolescente solo en una zona de conflicto o que uno de los padres se quedara para protegerlo, mientras el otro huía con el resto de la familia?
Esos momentos de despedidas angustiosas fueron solo el preludio de un conflicto que desataría un sufrimiento inmenso durante años. Sin embargo, hay un rayo de luz en medio de la oscuridad. Desde el pasado 26 de agosto, el Gobierno de Ucrania ha flexibilizado significativamente la ley marcial, permitiendo a jóvenes de entre 18 y 22 años la libertad de salir y regresar a su país. Aunque este anuncio, realizado por la primera ministra Yulia Sviridenko a través de Telegram, no generó un éxodo inmediato, sus efectos se están sintiendo gradualmente.
Un futuro incierto, pero con opciones
Tomemos la historia de Andrei Yaroslavl, un joven de 19 años. Cuando le preguntan por qué esperó hasta finales de octubre para marcharse, su respuesta es sincera y conmovedora: «Porque no sabía qué hacer ni a dónde ir». Describe una vida en constante adaptación, enfocada en la supervivencia, en buscar refugio en otra ciudad, en la esperanza de que un familiar pudiera acogerlo. Sus sueños, sus aspiraciones de estudio o de vivir en otro país, estaban, como él dice, con la «ventana cerrada». Aprendió inglés viendo televisiones extranjeras, quizás vislumbrando una salida, un puente hacia un mundo menos caótico.
Andrei ahora tiene un plan concreto: desea estudiar Medicina en Alemania. Lo encontramos haciendo fila en la KuB, en la Oranienstrasse de Berlín, junto a muchos otros jóvenes en su misma situación, buscando asesoría gratuita para el proceso de residencia. La ventaja es que la protección temporal no requiere una solicitud de asilo. Basta con presentar pasaporte, un comprobante de entrada a Alemania, una dirección en Berlín y los datos de familiares que residan en la Unión Europea. Son acogidos bajo la Directiva de Afluencia Masiva y, gracias a una prórroga a nivel europeo, pueden trabajar de inmediato, con extensión de esta protección hasta el 4 de marzo de 2027. Alemania se encarga de sus gastos de manutención mientras no tengan ingresos. Andrei, aunque feliz por la paz, confiesa sentirse solo, a pesar del apoyo que recibe de su tía y de la ONG LaruHelps Ukraine, que le ha proporcionado alojamiento.
De la parálisis al propósito: Las nuevas vidas
Una oportunidad en Alemania
Otro joven en la misma fila es Maksym, de 20 años, originario de Kiev. Es la primera vez que sale de su país. Su alegría por tener un futuro choca con la tristeza de dejar a su familia atrás. Evita hablar de la guerra, solo atina a decir en alemán «Muchos muertos». Con la ayuda de voluntarios de LaruHelps que traducen del ruso, comparte que la vida en Ucrania se había reducido a contar bajas y a rezar para no recibir la temida carta de reclutamiento. La parálisis y el miedo eran constantes. Maksym trabajaba como mensajero en Kiev, donde vivía solo con su madre, ya que su padre había fallecido. En Alemania, su meta es estudiar ingeniería eléctrica y poder enviar dinero a casa. Él lo tiene claro: «Demasiada sangre, demasiados recuerdos», razones que lo alejan de un país que, en su opinión, «ya nunca volverá a ser el mismo».
La situación en Alemania es un claro reflejo de esta nueva ola migratoria. A principios de octubre, casi 1,3 millones de ucranianos ya se habían registrado en el país bajo protección temporal desde el inicio del conflicto. Al principio, la mayoría eran mujeres con hijos o personas jubiladas. Sin embargo, el Ministerio de Interior alemán ha notado un drástico aumento en el número de hombres desde septiembre, llegando a un ritmo de mil por semana, e incluso picos de 1.800. La mayoría cruza por Polonia; tan solo desde finales de agosto, unos 98.500 jóvenes ucranianos de entre 18 y 22 años han utilizado esta ruta. Para ponerlo en perspectiva, en todo el periodo anterior a la nueva regulación, es decir, entre enero de 2025 y su entrada en vigor, solo 45.300 hombres jóvenes habían cruzado la frontera polaca, la mayoría con destino a Alemania.
La búsqueda de un nuevo hogar
Las historias de estos jóvenes nos conmueven profundamente. Marija, por ejemplo, acaba de llegar a Berlín para reunirse con su novio, Viktor, quien continúa sus estudios por internet en la Universidad de Cultura de Kiev. Ambos son de Hryhorivka, pero han tenido que cambiar de residencia tantas veces que el concepto de «hogar» ha perdido su significado original. Marija lo tiene claro: «Mi ciudad ahora es Berlín». Su deseo es aprender alemán y, en el futuro, trabajar en organizaciones de ayuda a refugiados. «No, no siento nostalgia porque no tengo un hogar en Ucrania», afirma con una contundencia desgarradora.
Ivan, de 22 años, resume su nueva vida con una palabra que resuena con una fuerza inmensa: «El silencio». En Samar, su ciudad natal, a solo media hora de Dnipro, «cada noche se disparan unos 300 cohetes», explica. La paz, la ausencia de ese estruendo constante, es para él un tesoro incalculable.
Un billete de ida hacia el futuro
La embajada de Ucrania en Alemania justifica esta nueva movilidad como una medida para «aliviar la presión migratoria ilegal y ofrecer oportunidades educativas y laborales a los jóvenes». Muchos que alcanzaron la mayoría de edad fuera del país no podían regresar sin quedar atrapados por la ley marcial. Ahora, la nueva normativa les permite entrar y salir libremente, sin temor a ser retenidos. Pero las historias que escuchamos sugieren que para la mayoría, este viaje no es de ida y vuelta.
Roman, de 19 años, niega con la cabeza cuando se le pregunta sobre un posible regreso. Para él, es «un billete de ida». Con una sinceridad escalofriante, confiesa: «No estoy seguro de que siga existiendo Ucrania» en el futuro, cuando hipotéticamente pudiera plantearse volver. Estas palabras nos invitan a reflexionar sobre el profundo impacto de la guerra en la identidad y el sentido de pertenencia de toda una generación. En Vinyl Station Radio, seguiremos escuchando estas voces, porque la música, como la vida, está llena de esperanza, dolor y, sobre todo, de historias humanas.
Fuente original de la información: ABC – Rosalía Sánchez
Créditos de la imagen: REUTERS