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La victoria que sacude a Irlanda desde sus cimientos

La victoria que sacude a Irlanda desde sus cimientos La victoria que sacude a Irlanda desde sus cimientos Irlanda está a punto de presenciar un giro trascendent...






La victoria que sacude a Irlanda desde sus cimientos

La victoria que sacude a Irlanda desde sus cimientos

Irlanda está a punto de presenciar un giro trascendental en su historia política. Todo apunta a que Catherine Connolly se convertirá en la próxima presidenta, marcando un antes y un después en el país. Aunque el escrutinio final aún no ha culminado, los recuentos preliminares y unas encuestas contundentes, sumado a la sorprendente y ágil felicitación de su rival, Heather Humphreys, confirman un desenlace irreversible que tiene a todos hablando.

La declaración de Humphreys, un gesto de deportividad inusual en su prontitud, resuena con fuerza: «Catherine será una presidenta para todos nosotros y será mi presidenta». Esta aceptación temprana no solo sella la victoria de Connolly, sino que también subraya un mensaje contundente de descontento hacia el actual gobierno de coalición entre Fine Gael y Fianna Fáil. El hartazgo social por la crisis de vivienda, el creciente costo de vida y un profundo desencanto con la política tradicional, han encontrado en esta elección un altavoz potente.

¿Quién es Catherine Connolly? Un perfil rompedor

A sus 68 años, Catherine Connolly se erige como una figura verdaderamente atípica en el panorama político irlandés. Su trayectoria es una fascinante mezcla de profesionalismo y compromiso social. Es psicóloga clínica, abogada y una veterana parlamentaria por Galway West, pero su camino hasta la primera línea no ha sido convencional. Hija de un carpintero, creció en el barrio obrero de Shantalla y la pérdida de su madre a los nueve años, con un padre que criaba a catorce hijos en solitario, marcó profundamente su visión sobre la desigualdad y la resiliencia.

Su formación académica es tan diversa como su experiencia vital. Estudió psicología en la Universidad de Leeds y derecho en la Universidad Nacional de Irlanda en Galway, ejerciendo ambas profesiones antes de adentrarse en la política local a finales de los noventa. Fue elegida concejala laborista en 1999 y, en 2004, se convirtió en alcaldesa de Galway. Sin embargo, sus convicciones la llevaron a desvincularse del partido, optando por una senda independiente, lo que la llevó a ser elegida diputada en 2016 y, posteriormente, vicepresidenta del Dáil Éireann, el parlamento nacional, entre 2020 y 2024.

El ascenso inesperado: De los márgenes al poder

El camino de Connolly hasta la presidencia ha sido meteórico y, para muchos, totalmente inesperado. Cuando anunció su candidatura presidencial en julio pasado, pocos la consideraban una aspirante seria. Pero lo que empezó como una pequeña semilla, germinó en un fenómeno político. El respaldo progresivo de varios partidos de izquierda, como los Social Demócratas, People Before Profit, los laboristas y, crucialmente, el Sinn Féin (que retiró su propio candidato), le otorgó una base política sólida e imparable.

La campaña de Connolly se transformó rápidamente en un movimiento de protesta articulado por la izquierda social, amplificado por la energía de artistas y el entusiasmo de los votantes jóvenes. Su discurso, centrado en la igualdad, la justicia social y la defensa de la neutralidad irlandesa, resonó con una generación fatigada por el desempleo juvenil y la emigración. En actos multitudinarios, como el de Dublín donde compartió escenario con músicos icónicos como Christy Moore y The Mary Wallopers, su lema era claro: «Queremos una república que no normalice la desigualdad ni la violencia».

Los recuentos provisionales, difundidos por el ente público de radiodifusión nacional, muestran una victoria abrumadora: cerca del 64% de los votos para Connolly frente al 29% de Humphreys. Los analistas señalan un 13% de papeletas nulas, una cifra inusualmente alta que, según ellos, refleja una frustración generalizada con una oferta política que consideraban limitada. La popularidad de Connolly ha trascendido incluso a bastiones conservadores y zonas rurales tradicionalmente vinculadas a Fine Gael, afianzando su victoria a nivel nacional.

Un mandato con sello propio: Neutralidad y Justicia

Las posiciones internacionales de Catherine Connolly han provocado un debate intenso. Ha criticado el aumento del gasto militar en Alemania, comparándolo incluso con la tensión de los años treinta, y ha acusado abiertamente a la OTAN de «belicismo», lo que podría reconfigurar las relaciones de Irlanda con Bruselas y Washington. También ha denunciado el «genocidio en Gaza» que, según ella, es tolerado por las potencias occidentales.

Connolly ha sido una de las voces más críticas con la Unión Europea en el parlamento irlandés, votando en contra de diversos tratados comunitarios y oponiéndose a planes de Bruselas que buscan reforzar la cooperación militar. Para ella, estas políticas erosionan la histórica neutralidad de Irlanda, advirtiendo que la UE «avanza hacia una militarización progresiva incompatible con la tradición irlandesa». Ha acusado al bloque de alinearse con Estados Unidos y el Reino Unido en conflictos, en detrimento de una posición independiente y humanitaria.

Aunque el papel de la presidencia en Irlanda es principalmente ceremonial, figuras como Mary Robinson, Mary McAleese y Michael D. Higgins han demostrado cómo este rol puede expandir su influencia simbólica y moral. Connolly ha prometido respeto a los límites constitucionales del cargo, pero su firme discurso anticipa que no se mantendrá al margen, expresando convicciones sólidas sobre temas cruciales como la igualdad, la vivienda y la política exterior.

En su ciudad natal, Galway, el ambiente es de una celebración palpable pero contenida. Desde el centro de recuento, Connolly se mostró «absolutamente encantada» con los primeros resultados provisionales y agradeció el apoyo de todos, incluso de quienes no la votaron. En Dublín, los líderes de los partidos que la respaldaron interpretan este resultado como una victoria colectiva del progresismo. Para la líder laborista Ivana Bacik, este desenlace «demuestra que es posible una visión alternativa y un gobierno de centro-izquierda unido».

Aun pendiente de la confirmación oficial, la victoria de Connolly es, a todas luces, definitiva. Se prepara para suceder a Michael D. Higgins como la décima presidenta de Irlanda. Su llegada al Áras an Uachtaráin, la residencia oficial, no es un mero cambio de guardia, sino el inicio de una etapa política cargada de expectativas. Es la promesa de una Irlanda que busca el equilibrio entre su tradición de neutralidad y justicia social y las exigencias de un continente en constante transformación.

Connolly ha dejado claro su deseo de ser «una presidenta para todos», consciente de que su mandato se definirá tanto por su moderación institucional como por su capacidad para dar voz a aquellos que se sienten excluidos del relato nacional. Su frase, pronunciada con emoción en Dublín la víspera de las elecciones, encapsula la esencia de su triunfo: «el valor de lo que hemos logrado juntos no puede medirse, pero sí puede compartirse». Así, Catherine Connolly, la psicóloga de Galway, se encuentra en el umbral de la presidencia de Irlanda, con un mix inconfundible de idealismo y desafío.

Fuente original de la información: ABC – Ivannia Salazar

Créditos de la imagen: REUTERS

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