Lo que Freddie Mercury quiso decir en Bohemian Rhapsody
Lo que Freddie Mercury quiso decir en Bohemian Rhapsody
¡Prepárense para un viaje al corazón de uno de los misterios más grandes de la música! Hoy en Vinyl Station, desentrañamos el enigma detrás de una canción que desafió todas las reglas y se convirtió en un himno global: la inigualable «Bohemian Rhapsody» de Queen. Prepárense, porque la historia es tan fascinante como la propia melodía.
El Nacimiento de una Leyenda Musical
Era el 31 de octubre de 1975, un momento crucial, apenas veintidós días antes de que el mundo conociera el álbum «A Night at the Opera». Queen lanzó un sencillo como adelanto que casi roba todo el protagonismo al disco. Hablamos, por supuesto, de «Bohemian Rhapsody». Acompañada en su cara B por «I’m in Love with My Car» y «These Are The Days Of Our Lives», esta pieza maestra fue la elegida para presentarnos lo nuevo de la banda. Pero esperen, la historia no fue tan sencilla.
Los ejecutivos de la discográfica EMI no estaban precisamente emocionados. Argumentaban que, con sus casi seis minutos de duración (cinco minutos y cincuenta y cinco segundos para ser exactos), la canción nunca, pero nunca, triunfaría en la radio. ¡Qué equivocados estaban! Su pronóstico fue un gigantesco error, pues hoy es considerada una de las canciones más radiadas y reconocibles en la historia de la música.
Ni la crítica musical de la época supo ver su potencial. Allan Jones, de Melody Maker, la etiquetó como un «pastiche superficialmente impresionante de estilos musicales incongruentes». Y Ray Fox-Cumming, de Record Mirror, no se quedó atrás, afirmando que «no tiene ningún atractivo inmediato» y que, entre sus muchas partes, apenas había «un atisbo de melodía» o frases memorables. Claramente, no captaron la magia que estaba por explotar.
La Visión Inquebrantable de Freddie Mercury
El propio Freddie Mercury era consciente del riesgo que asumía. «Es verdad que tenía un factor de riesgo muy grande», confesó. Explicó que, debido a su extensión, las radios y discográficas se negaron a apoyarla inicialmente. Freddie había fusionado magistralmente tres canciones en una, y cuando le pidieron que las separara, su respuesta fue un rotundo no. Les dijo que la canción se lanzaba entera o no se lanzaba en absoluto. Fue una apuesta audaz, un «todo o nada». Y, para fortuna de la humanidad, fue un éxito rotundo.
Es fascinante pensar que, si Freddie hubiera revelado el significado de la canción desde un principio, quizás su impacto global no habría sido el mismo. Durante medio siglo, «Bohemian Rhapsody» ha generado innumerables debates y teorías sobre su mensaje. Y es que el propio Mercury, consciente de que «haría añicos muchas ilusiones», siempre se mantuvo en que era «solo una canción», invitando a la gente a «escucharla, pensar en ella y luego decidir lo que significa». Una verdadera invitación a la libre interpretación.
Los demás miembros de Queen compartían esta postura. Brian May, el legendario guitarrista, admitió que a Freddie «le divertía el hecho de que hubiera tantas interpretaciones de la letra», y que era mejor dejarla «con un signo de interrogación en el aire». Ni el baterista, Roger Taylor, quiso dar todas las pistas, aunque en un documental sugirió que el significado era «bastante evidente, con solo un poco de sinsentido en el medio».
Las Teorías Detrás del Himno
La riqueza de «Bohemian Rhapsody» reside en su ambigüedad, en las múltiples capas que sus oyentes han descubierto a lo largo de los años. Diversos autores y expertos han intentado descifrar el mensaje oculto de Freddie.
Una curiosa anécdota nos lleva a Irán. La única vez que Queen pareció ofrecer una explicación oficial fue en un folleto en persa, incluido en un casete de sus grandes éxitos distribuido en ese país. Este texto afirmaba que la canción narraba la historia de un joven que accidentalmente mata a alguien y, cual Fausto, vende su alma al diablo. La noche antes de su ejecución, invoca a Dios con un «Bismillah» (en nombre de Dios) y, ¡sorpresa!, con la ayuda de ángeles, recupera su alma de Shaitan (el diablo). Sin embargo, esta interpretación debe tomarse con pinzas, dado el contexto conservador del país, donde una mención a la homosexualidad de Freddie habría significado el veto total de sus discos.
Pero las teorías más potentes y emotivas giran en torno a la vida personal y la sexualidad de Mercury. Gillian G. Gaar, autora del libro «Queen & At Night at the Opera 50º Aniversario», señala que «sin duda, una canción tan trabajada y cuidadosamente elaborada debe estar diciendo algo de una importancia monumental para Freddie». Gaar presenta dos interpretaciones populares:
- Algunos ven la canción como la historia literal de un hombre condenado a muerte, esperando juicio y ejecución.
- Otros la perciben como una canción de «salida del armario», la aceptación de Freddie de su homosexualidad.
La historiadora Sheila Whiteley, por otro lado, propuso que la canción podría estar dedicada a Mary Austin, la novia de Mercury antes de que este abrazara plenamente su sexualidad. La frase «Mamma mia, déjame ir» sería una súplica a Mary para poner fin a su relación.
La Revelación Más Íntima
De todas las explicaciones, la que resuena con mayor fuerza viene de la persona más cercana a Freddie en sus últimos años. Jim Hutton, su novio y confidente desde 1984 hasta su fallecimiento, compartió con la biógrafa Leslie-Ann Jones una perspectiva profunda. Según Hutton, la canción trataba sobre «lo diferente que podría haber sido su vida, de lo mucho más feliz que podría haber sido, si simplemente hubiera podido ser él mismo todo el tiempo». Esta visión sugiere un lamento por una vida vivida bajo el velo de la ocultación, una anhelo de autenticidad.
El escritor Guy Branum, en su obra «My Life as a Goddess: A Memoir Through (Un)Popular Culture», ofrece una sentencia bastante plausible. Él interpreta el verso «I killed a man» como una poderosa metáfora: la muerte del Freddie heterosexual. Branum lo resume de manera brillante: «Esa es una de las cosas magníficas de ‘Bohemian Rhapsody’, que no podía ser explícitamente gay. Freddie Mercury, como todos los demás chicos gays, tenía un torbellino de emociones que no podía mostrar directamente al mundo, porque si lo hubieran visto, se habrían horrorizado. A pesar de todo, él necesitó compartirlo, así que creó un rompecabezas con todas las piezas que un chico gay necesitaría para crear arte que pudiera calmarlo, pero con la complejidad suficiente como para ser plausiblemente negable».
En definitiva, la interpretación más convincente de «Bohemian Rhapsody» es que es una poderosa y enigmática metáfora pop sobre la identidad sexual y la libertad. Una obra maestra que, durante décadas, ha sido escuchada por millones que quizás no vieron —o no quisieron ver— ese profundo significado. Y aunque ahora parezca tarde para convertirla explícitamente en un himno gay, su legado como una declaración artística de complejidad emocional y personal permanece inalterable. Una joya musical que, sin importar la interpretación, sigue conmoviendo al mundo entero.
Fuente original de la información: ABC – Nacho Serrano
Créditos de la imagen: abc