⏱️ 7 min lectura

Maduro festeja mientras el verdadero temor en Venezuela es otro

Maduro festeja mientras el verdadero temor en Venezuela es otro Maduro festeja mientras el verdadero temor en Venezuela es otro En un movimiento que no dejó a n...






Maduro festeja mientras el verdadero temor en Venezuela es otro

Maduro festeja mientras el verdadero temor en Venezuela es otro

En un movimiento que no dejó a nadie indiferente, el presidente venezolano Nicolás Maduro fue visto dando un paseo en plena calle este viernes, inmerso en un mitin chavista. Desde allí, frente a las cámaras de CNN, lanzó un mensaje a Estados Unidos: la necesidad de que ambos países se unieran por la paz del continente. Un llamado a la calma que resonó en medio de una tensión palpable, especialmente ante el creciente despliegue militar estadounidense en la región.

Horas antes de este inusual baño de multitudes, Pete Hegseth, el secretario de Guerra norteamericano, había encendido las alarmas al anunciar en redes sociales la operación «Lanza del Sur». Con un tono contundente, sus palabras fueron claras: “Vamos a expulsar a los narcoterroristas del hemisferio occidental”. Hegseth enfatizó que esta misión no solo defiende la patria estadounidense, sino que también busca protegerla de las drogas que, según él, están causando estragos en su población. El mensaje era directo: el hemisferio occidental es el vecindario de Estados Unidos, y lo protegerán.

La concentración de apoyo a Maduro, estratégicamente ubicada al lado del Palacio de Miraflores en el corazón de Caracas, no era casualidad. Contaba con una tarima que no dejaba lugar a dudas sobre el rechazo a la flota aeronaval de EE.UU. y los preparativos militares que el gobierno chavista está orquestando para un posible enfrentamiento con los marines. Una demostración de fuerza y unidad, o al menos eso parecía a simple vista.

Mensajes de paz y preparativos bélicos

A pesar de la seriedad de la situación, Maduro se mostró relajado y sonriente al ser abordado por CNN durante la marcha. «No a más guerras eternas, no a más guerras injustas, no más Libia, no más Afganistán, que viva la paz», exclamó con una sorprendente calma. Cuando le preguntaron por un mensaje para Donald Trump, su respuesta fue directa y en inglés: «¡yes, peace! ¡yes, peace!». Luego, animó a sus seguidores a resistir lo que percibe como una inminente amenaza de invasión por parte de Estados Unidos, aunque su semblante no delataba preocupación alguna. Tan solo esta semana, firmó un decreto para establecer los Comandos de Defensa Integral y anunció la movilización de 200.000 uniformados, un ejército compuesto por efectivos militares, milicianos bolivarianos, empleados públicos y un buen número de simpatizantes civiles. «Estamos ocupados con el pueblo, gobernando con la paz», añadió a la cadena norteamericana, dejando la impresión de que todo estaba bajo control.

El líder venezolano parece tomarse la coyuntura global como si fuera una escena de película, asumiendo el papel de protagonista en una campaña bélica contra lo que él denomina «el imperio» de Estados Unidos. En la tarima, baila y canta en un karaoke improvisado, mostrando una faceta jovial y enérgica. Eso sí, siempre está rodeado de un imponente anillo de seguridad, compuesto por guardaespaldas cubanos que, en ocasiones, se confunden con la multitud de militantes y seguidores.

El pulso de la calle: ¿disposición a la inmolación?

En las calles de Caracas, la pregunta obligada entre los observadores era si los seguidores de Maduro estarían realmente dispuestos a sacrificarlo todo por él. Las respuestas no fueron unánimes. Luzmira Gómez, una ama de casa de 65 años, expresó su escepticismo: «No me veo empuñando un fusil, me parece ridículo; apoyo a Maduro, pero eso de dar la vida por él lo dudo». A su lado, Aracelis Saavedra, de 50 años, fue aún más tajante: «No soy chavista, me parece mucha ignorancia y brutalidad dar la vida por un gobernante que nos lleva a la miseria y la desgracia». Estos testimonios revelan una fisura en el aparente unánime apoyo que Maduro y su gobierno buscan proyectar.

La otra gran batalla: la inflación

Mientras la tensión militar en el Caribe aumenta con el despliegue de buques estadounidenses, el portaaviones Gerald R. Ford incluido, la economía venezolana vive su propia tormenta. La inflación y la cotización del dólar se han disparado sin control. Venezuela ya experimentó una hiperinflación del 35.000% en 2016, y ahora parece encaminarse por un sendero similar, sembrando el pánico entre la población.

Los expertos en economía no auguran un panorama alentador. Pedro Palma, director de Ecoanalítica, estima que la inflación anual en Venezuela podría superar el 400% este año, con una tendencia mensual que oscila entre el 20% y el 30%. Por su parte, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) proyecta una cifra del 275%. La coincidencia es general: la inflación será de al menos tres dígitos, rondando entre el 250% y el 400%.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) va más allá y dibuja un escenario “devastador”, pronosticando una inflación del 269,9% en 2025 y un asombroso 682,1% en 2026. Para el político opositor Andrés Velásquez, estas proyecciones no deberían solo causar alarma, sino un “terror profundo” en el país.

El pánico en el supermercado: un temor más real

Ante esta escalada de cifras, surge una pregunta clave: ¿el despliegue bélico de Maduro y su campaña anti-Trump no son más que una cortina de humo para desviar la atención de la devastadora crisis económica? La inflación se ha convertido en el verdadero enemigo a batir.

En la entrada de un supermercado caraqueño, una cliente, que prefirió mantenerse en el anonimato, confesó sin rodeos: «Le tengo más miedo a la inflación que a un ataque de los marines, porque los precios de los alimentos se disparan por las nubes todos los días». Esta rotunda afirmación es un reflejo de la desesperación que muchos venezolanos sienten a diario.

Carmen Suárez, de 40 años, vive el pánico cada vez que visita el supermercado. «Los precios suben cada día, los productos los marcan en dólares y en bolívares. Fíjese, un litro de leche costaba dos dólares hace una semana y hoy cuesta 2,80 dólares. Mi sueldo no me alcanza para comer. Temo a la inflación más que a los marines», confiesa. Su esperanza radica en una intervención que «termine con este infierno».

La remesa de 100 dólares que Carmen recibe de sus familiares en Panamá ya no es suficiente para cubrir la compra semanal, ni siquiera para aprovisionarse en caso de una eventual emergencia. El dólar ha incrementado su valor en un 330% en lo que va de 2025 y, dado que se utiliza en el 60% de la economía venezolana, su aumento se siente con crudeza debido a la escasez de divisas.

Las redes sociales son un hervidero de quejas. Una usuaria, Denny Álvarez, describe la situación con exactitud: «Vivimos una hiperinflación silenciosa no oficial, pero sí oficial en el bolsillo de la sociedad civil venezolana; no hay poder adquisitivo, apenas alcanza para comprar un cartón de huevos y cero carne de res, pescado ni pollo, a veces algunos gramos de mortadela tipo B o C».

A pesar de la frenética actividad bélica que Maduro proyecta, las calles muestran una extraña mezcla de tranquilidad, incertidumbre y, sorprendentemente, un espíritu navideño. La gente observa los escaparates, pregunta precios, pero se marcha con las manos vacías. Los comercios están repletos de productos, pero la clientela es escasa. La economía parece paralizada, y nadie se atreve a invertir hasta que se defina el futuro de los marines del Comando Sur y su anunciada «Lanza del Sur». La espera se vive entre la inminencia de un conflicto y la cruda realidad de una economía que se desmorona.

Fuente original de la información: ABC – Ludmila Vinogradoff

Créditos de la imagen: REUTERS

Leer noticia original