Suecia al límite: ¿qué pasará con la Convención de Derechos Humanos?
Suecia al límite: ¿qué pasará con la Convención de Derechos Humanos?
¡Atención, gente! El ministro sueco de Migración, Johan Forssell, está a punto de dar un giro de 180 grados a la política de deportaciones del país nórdico. Prepárense porque lo que se viene es un cambio radical que podría redefinir el panorama migratorio y legal en Suecia y, quizás, en toda Europa. Si pensabas que las cosas no podían ponerse más intensas, este nuevo plan te va a dejar sin palabras.
Un endurecimiento sin precedentes: ¿deportación por un solo día de detención?
La propuesta de Forssell es clara y contundente: el objetivo es expandir las deportaciones que, hasta ahora, se aplicaban a quienes cometían delitos graves. Pero olvídate de eso, porque el nuevo enfoque lo abarca todo. Hablamos de deportar a cualquier extranjero que cometa un delito, sin importar su estatus migratorio, ni si tiene permiso de residencia permanente. ¡Incluso los delitos más pequeños podrían ser motivo de expulsión!
El ministro no se anda con rodeos. En la Conferencia de Migración de Viena, soltó una frase que resonó fuerte: «Si no eres ciudadano sueco y eres sentenciado a un solo día de detención, entonces serás deportado». ¡Así como lo lees! Un día de cárcel podría significar decir adiós a Suecia. ¿El motivo? Un aumento significativo en los delitos perpetrados por extranjeros, según sus declaraciones.
Pero lo más sorprendente es que Forssell asegura contar con un «fuerte apoyo público» para esta iniciativa. Nos cuenta que incluso entre la población de origen migratorio, el respaldo es considerable, ya que muchos de ellos son víctimas de la delincuencia organizada y las pandillas. Un dato que, sin duda, genera una capa de complejidad adicional a este debate.
La ley en camino: ¿Antes de las elecciones?
Esta nueva y estricta ley no es una promesa lejana. Se espera que se implemente el próximo año, justo antes de las elecciones parlamentarias que tendrán lugar en otoño. Esto añade una presión extra al proceso, pues el gobierno busca mostrar resultados tangibles en su lucha contra el crimen. La meta es clara: poner fin al «crimen organizado desenfrenado» que, según Forssell, ha estado campando a sus anchas en algunas zonas del país. «Con demasiada frecuencia, la gente todavía se queda en Suecia a pesar de haber cometido actos de violencia en pandillas y vamos a terminar con eso», sentenció el ministro.
Eso sí, la ley incluirá algunas «excepciones para casos especiales». Aunque no se han detallado esas excepciones, es un pequeño resquicio de flexibilidad en una propuesta por lo demás férrea. La incógnita es qué tan amplias o restrictivas serán estas excepciones y si realmente suavizarán el impacto de la medida.
¿Choque con la Convención Europea de Derechos Humanos?
Aquí es donde la cosa se pone picante. El propio ministro Forssell ha admitido que esta ley podría rozar los límites de la Convención Europea de Derechos Humanos. Y no solo rozar, sino potencialmente chocar de frente. «Eso podría ser un problema en el futuro. Nuestros colegas daneses están experimentando esto constantemente», comentó, refiriéndose a los desafíos que ha enfrentado la vecina Dinamarca con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por casos de deportación de criminales extranjeros.
Pero Forssell no se amilana. Su postura es desafiante: «la convención no nos fue dada por Dios, sino que puede ser cambiada por los políticos. Si tenemos que seguir este camino, lo haremos. Lo que está claro es que las cosas no pueden seguir como están ahora». Estamos hablando de un país dispuesto a cuestionar y, si es necesario, empujar por una reevaluación de los marcos legales internacionales existentes. Esto no es solo una movida interna de Suecia, sino una señal clara de que un grupo de países europeos podría estar gestando un movimiento para modificar o reinterpretar la Convención Europea de Derechos Humanos. Dinamarca, con el apoyo de Austria, ya ha expresado posiciones similares, mostrando una tendencia emergente en la región.
La lucha contra las pandillas: un factor clave
El trasfondo de todo esto es la batalla implacable del actual gobierno sueco contra las pandillas y la criminalidad organizada. Durante los últimos tres años, con una coalición de cuatro partidos (tres conservadores tradicionales y los populistas de derecha Demócratas de Suecia), se ha impulsado un cambio de rumbo en la seguridad. Los Demócratas de Suecia, aunque sin cartera ministerial, han influido significativamente en esta agenda.
Forssell recalcó el éxito de este gobierno en el combate a estos grupos, que han sembrado el terror y la inseguridad en muchos barrios suecos. Estas bandas se han aprovechado de inmigrantes sin papeles bien pagados y hasta de sicarios menores de edad para evadir a la justicia. Sin embargo, las nuevas medidas han endurecido las penas y otorgado más competencias a la Policía, incluyendo el monitoreo electrónico de comunicaciones como teléfonos móviles. «Invertimos mucho en nuevas tecnologías», afirmó, al tiempo que insistió en que todas las acciones se realizan «en pleno cumplimiento del derecho internacional y las convenciones internacionales». Una declaración que, en el contexto de la posible fricción con la Convención Europea de Derechos Humanos, suena particularmente resonante.
El futuro de la política migratoria europea
Mirando más allá de las fronteras suecas, Forssell sitúa la responsabilidad de la política europea de asilo y migración en el regazo de la Comisión Europea. Especialmente en lo que respecta a las repatriaciones a países conflictivos como Afganistán o Siria, y la crucial cuestión de los centros de acogida en terceros países. Para el ministro, estos centros son una necesidad ineludible. «¿Porque, cuál es la alternativa?», se preguntó en voz alta, sugiriendo que las soluciones son urgentes para que los ciudadanos no pierdan «el último resto de su confianza en la política migratoria».
Finalmente, aunque Forssell respalda el mecanismo de solidaridad del Pacto de Asilo y Migración de la UE, su interés se inclina más hacia los pagos de compensación financiera. Esto se debe a que Suecia ya ha acogido a un número considerable de inmigrantes en los últimos años, y ahora busca una forma de equilibrar la carga, optando por una contribución económica en lugar de seguir recibiendo un alto volumen de solicitantes de asilo. Una postura pragmática que refleja las prioridades de un país que busca redefinir su identidad en el escenario migratorio global.
La situación en Suecia es un claro ejemplo de cómo la política migratoria y la seguridad nacional están entrelazadas, y cómo las decisiones internas de un país pueden tener ondas expansivas que afecten los marcos legales y políticos a nivel europeo. Estaremos atentos a cómo se desarrolla este debate y qué impacto tendrá en la música de los derechos humanos y la política europea.
Fuente original de la información: ABC – Rosalía Sánchez
Créditos de la imagen: REUTERS