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El cálculo matemático que pone en jaque a la defensa de Israel

El cálculo matemático que pone en jaque a la defensa de Israel Los cielos nocturnos iluminados por estallidos y la tensión palpable entre naciones nos recuerdan...






El cálculo matemático que pone en jaque a la defensa de Israel

Los cielos nocturnos iluminados por estallidos y la tensión palpable entre naciones nos recuerdan que estamos en un momento crítico. La escalada entre Israel e Irán ha puesto sobre la mesa no solo amenazas cruzadas, sino también una profunda revisión de las capacidades defensivas que, hasta ahora, parecían casi de ciencia ficción. La famosa Cúpula de Hierro de Israel, un símbolo de seguridad tecnológica, está mostrando fisuras que algunos analistas ya venían advirtiendo. Y es que en esta nueva era de enfrentamientos, la batalla se libra tanto en el aire como en las calculadoras.

Lo que estamos presenciando es un complejo ajedrez estratégico donde cada pieza cuenta. Irán parece haber encontrado un talón de Aquiles en la sofisticada arquitectura defensiva israelí, y su estrategia se basa en una simple pero brutal lógica matemática: el desgaste. Acompáñanos a desgranar cómo funciona este escudo y por qué, de repente, parece más vulnerable que nunca.

La Cúpula de Hierro: El Escudo que No Es Infalible

Cuando pensamos en la defensa de Israel, la primera imagen que nos viene a la mente es la de su Cúpula de Hierro. Se trata de una de las arquitecturas defensivas más avanzadas del planeta, diseñada para proteger a su población de amenazas constantes. Pero, ¿cómo funciona exactamente y cuáles son sus límites?

¿Cómo funciona realmente?

Imagina un sistema de vigilancia que nunca duerme. La Cúpula de Hierro está compuesta por una red de radares de detección, un centro de control de batalla que funciona como el cerebro de la operación y lanzadores de misiles interceptores. Su misión principal es detectar cohetes, drones o proyectiles de mortero en el momento de su lanzamiento, con un alcance de hasta 70 kilómetros.

Lo más fascinante es su inteligencia artificial: el sistema calcula la trayectoria del proyectil enemigo en segundos. Si determina que va a impactar en una zona poblada o un punto estratégico, lanza un misil para destruirlo en el aire. Si, por el contrario, el proyectil se dirige a una zona despoblada como el desierto, simplemente lo deja pasar. Con al menos 10 baterías móviles cubriendo el país, el gobierno israelí presume de una efectividad del 90%. Un dato impresionante, sin duda.

El Talón de Aquiles: La Saturación

Sin embargo, toda fortaleza tiene su punto débil. El 7 de octubre de 2023, la Cúpula de Hierro se vio superada. Según las propias fuerzas israelíes, Hamás lanzó unos 3.200 cohetes en las primeras horas del ataque. Este volumen masivo de proyectiles es precisamente el tipo de escenario para el que el sistema no está optimizado. Se conoce como ataque por saturación: lanzar tantos objetivos simultáneamente que la defensa, por muy avanzada que sea, no puede procesarlos todos. Los radares tienen un límite de blancos que pueden rastrear a la vez, y los lanzadores necesitan tiempo para recargarse, un lapso que puede ser de media hora o más. Fue la prueba de que, con suficientes proyectiles, la cúpula se puede agrietar.

La Estrategia de Irán: Más Allá de los Cohetes

Irán ha tomado buena nota de estas vulnerabilidades y ha diseñado una estrategia mucho más compleja. No se trata solo de lanzar cohetes baratos, sino de emplear un arsenal diverso y de alta tecnología para abrumar el sistema defensivo de Israel en todas sus capas.

El principal problema para Israel son los misiles balísticos. A diferencia de los cohetes de corto alcance, estas son armas de mediano y largo alcance que siguen una trayectoria parabólica, saliendo de la atmósfera para luego reingresar a velocidades hipersónicas. Esto los hace extremadamente difíciles de interceptar. Pero la clave de la estrategia iraní es la combinación: lanzan enjambres de drones y ráfagas de armas de bajo coste para crear caos y «cegar» a los radares, mientras los misiles balísticos, sus armas más potentes, tienen una mayor probabilidad de colarse y alcanzar sus objetivos.

El tiempo es otro factor crucial. Un misil balístico puede alcanzar Israel en solo 12 minutos desde su lanzamiento. Esto deja un margen de segundos para que los satélites detecten el lanzamiento, los radares calculen la trayectoria y los operadores tomen la decisión de usar o no sus valiosos y costosos interceptores.

Más Allá de la Cúpula: Las Otras Capas de Defensa

Israel es consciente de las limitaciones de la Cúpula de Hierro, por lo que su defensa es un sistema de múltiples capas pensado para diferentes tipos de amenazas.

  • Honda de David (David’s Sling): Es la capa de defensa intermedia. Está diseñada para derribar misiles balísticos disparados desde distancias de entre 100 y 200 kilómetros. Su efectividad es menor, pero ofrece una oportunidad de intercepción durante la fase de reingreso del misil.
  • Arrow-2 y Arrow-3: Son la joya de la corona. Estos sistemas de largo alcance están diseñados para interceptar misiles balísticos fuera de la atmósfera terrestre, en el punto más alto de su trayectoria. Es el momento ideal para detenerlos, antes de que inicien su descenso final a velocidades vertiginosas. Sin embargo, incluso estos sistemas pueden ser engañados por señuelos diseñados para confundir a sus sensores.

La Amenaza Hipersónica: Cambiando las Reglas del Juego

Aquí es donde el panorama se vuelve aún más complicado. Irán asegura estar desarrollando verdaderos misiles hipersónicos, como el Fattah-1. A diferencia de los balísticos, que solo alcanzan velocidades hipersónicas en su fase final, los misiles hipersónicos puros mantienen esa velocidad durante toda su trayectoria y, lo que es más importante, son maniobrables. No siguen una ruta predecible, lo que hace que su detección sea una pesadilla y el tiempo de reacción sea mínimo. Según los expertos, los sistemas de defensa actuales son «casi imposibles» de derribar esta clase de amenaza.

El Factor Americano y la Cruda Realidad Matemática

Ante este panorama, el apoyo de aliados como Estados Unidos es fundamental. Washington ha proporcionado a Israel el sistema THAAD, otra capa de defensa contra misiles balísticos, y puede desplegar buques de guerra equipados con el sistema AEGIS para reforzar la protección. Pero al final, todo se reduce a una cuestión de números.

En un conflicto prolongado, la pregunta clave es: ¿quién se quedará sin misiles primero? La producción de interceptores israelíes de alta gama, como los del sistema Arrow, es costosa y limitada. En cambio, Irán puede producir sus armas ofensivas en mayor cantidad y a un menor coste. Como señala el analista Andrei Serbin Pont, a medida que la capacidad defensiva de Israel se desgasta por una pura cuestión numérica, el riesgo aumenta. Hoy, quizás solo un 4% de los misiles balísticos iraníes logran penetrar las defensas, pero si esa capacidad antiaérea disminuye, esa tasa de éxito podría aumentar de manera drástica. Ese es el verdadero cálculo matemático que pone en jaque la seguridad de una nación entera.

Fuente original de la información: ABC – Alexia Columba Jerez

Créditos de la imagen: abc

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