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El enemigo invisible que ha paralizado el Mundial de natación

El enemigo invisible que ha paralizado el Mundial de natación La escena nos suena, y no para bien. El Mundial de natación de Singapur arrancó con una sensación ...






El enemigo invisible que ha paralizado el Mundial de natación

La escena nos suena, y no para bien. El Mundial de natación de Singapur arrancó con una sensación de déjà vu que nos transporta directamente a los tensos días de los Juegos Olímpicos de París. La gran pregunta vuelve a flotar en el aire, tan densa como la contaminación que la provoca: ¿es realmente seguro competir en aguas abiertas en el corazón de grandes ciudades? Por ahora, la respuesta es un rotundo «esperen».

La jornada del martes se vio truncada antes de empezar. La esperada carrera femenina de 10 kilómetros, que debía inaugurar el programa de fondo del campeonato, fue pospuesta de manera fulminante por World Aquatics. El motivo es tan simple como alarmante: los análisis del agua revelaron niveles de contaminación que superan los límites de seguridad establecidos. El deporte, una vez más, se rinde ante un enemigo invisible pero muy real.

Singapur: Una nueva alerta en un escenario inesperado

Lo que diferencia este episodio del drama del Sena es el escenario. Aquí no hablamos de un río urbano con un historial complicado, sino del Estrecho de Singapur, con la paradisíaca isla de Sentosa como telón de fondo. Un enclave turístico, aparentemente prístino y ultra vigilado. Sin embargo, su belleza esconde una vulnerabilidad: está expuesto a las corrientes marinas, a posibles vertidos y, sobre todo, a la incesante actividad de uno de los puertos más transitados del planeta.

Aunque las pruebas preliminares habían dado luz verde, una muestra tomada el domingo encendió todas las alarmas. Los resultados superaban los umbrales de seguridad y la organización no tuvo más remedio que actuar. ¿La consecuencia? La carrera femenina se aplaza al miércoles, justo después de la prueba masculina, que también ha sufrido un retraso. Esta decisión abre una nueva grieta en la narrativa de seguridad que rodea a una disciplina tan espectacular como expuesta.

El fantasma de París y la herencia tóxica del Sena

Para entender la magnitud de esta noticia, es inevitable volver la vista a París. El río Sena fue el protagonista de los Juegos, desde la ceremonia inaugural hasta las pruebas de triatlón y aguas abiertas. Se vendió como un símbolo de renacimiento ecológico, una reconexión de la ciudad con su pasado fluvial. Hubo fotos de políticos dándose un chapuzón para las cámaras y promesas de un legado de limpieza que permitiría el baño público tras un siglo de prohibición.

Sin embargo, la realidad que contaban los informes era mucho menos idílica. Durante la semana decisiva de los Juegos, la polémica fue una constante:

  • Varios entrenamientos fueron cancelados por la alta presencia de bacterias fecales, como E. coli y enterococos.
  • El triatlón masculino tuvo que ser aplazado un día entero.
  • Al menos tres atletas, entre ellos los suizos Adrien Briffod y Simon Westermann, reportaron problemas gastrointestinales después de competir.
  • El caso más sonado fue el de la triatleta belga Claire Michel, quien cayó enferma tras la prueba individual. Su equipo, por precaución, decidió retirarse del relevo mixto. La prensa de su país no dudó en señalar una infección por E. coli.

Las autoridades francesas intentaron apagar el fuego, negando la versión belga y atribuyendo la enfermedad a un virus común. Aseguraron que el agua estaba en «perfecto estado» el día de la competición. Pero los datos oficiales mostraban valores de enterococos por encima del límite en algunos puntos del recorrido, y las lluvias previas habían puesto en jaque el sistema de contención de residuos, en el que se habían invertido más de 1.400 millones de euros. A pesar del dineral, el Sena nunca logró despejar por completo las dudas.

La tensión era palpable entre los atletas. La nadadora española Ángela Martínez lo resumió con un humor negro y una dosis de cruda realidad en un vídeo de TikTok que se hizo viral: «Tengo que nadar 10 km en el río Sena, donde hay cadáveres, ratas, y está súper contaminado». El vídeo terminaba con ella santiguándose. Una broma que encerraba una verdad muy incómoda.

Reacciones opuestas, mismo problema de fondo

La gran diferencia entre París y Singapur radica en la reacción. En la capital francesa, a pesar de las alertas y los síntomas de los atletas, se siguió adelante. Predominó la presión del calendario olímpico y la necesidad de proyectar una imagen de éxito. En Singapur, en cambio, al primer aviso serio, se ha pisado el freno. No ha habido baños simbólicos ni defensas institucionales a ultranza. De momento, mandan los protocolos, los análisis y un margen de corrección que se agradece.

En este torbellino de incertidumbre, la competición ha quedado relegada a un segundo plano. Si las condiciones del agua finalmente lo permiten, la prueba femenina de 10 kilómetros promete ser un espectáculo. La australiana Moesha Johnson, actual subcampeona olímpica, parte como gran favorita. No se lo pondrá fácil la italiana Ginevra Taddeucci, líder de la Copa del Mundo. La representación española llega con fuerza: Ángela Martínez, que ya triunfó en Ibiza, busca dar la sorpresa. A su lado, María de Valdés regresa tras una lesión con la mira puesta también en el 5K, y Paula Otero se prepara para el sprint final. Todas han llegado listas para la batalla. La única duda es si el agua también lo estará.

Fuente original de la información: ABC – Javier Asprón

Créditos de la imagen: World Aquatics

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