El lío en el que se ha metido Iheanacho con Almeyda

El lío en el que se ha metido Iheanacho con Almeyda
Cuando un nuevo entrenador aterriza en un club, se abre una ventana de oportunidad para todos. El contador se pone a cero, las pizarras se limpian y cada jugador tiene la oportunidad de demostrar que merece un lugar en el once titular. Sin embargo, para que eso ocurra, hay una regla no escrita pero fundamental: tienes que estar ahí. Y parece que Kelechi Iheanacho no recibió el memo. El delantero nigeriano ha arrancado la nueva era del Sevilla bajo el mando de Matías Almeyda de la peor manera posible, alimentando todas las dudas que ya existían sobre su futuro en el equipo.
Un comienzo con el pie izquierdo
La pretemporada es sinónimo de sudor, esfuerzo y sacrificio. Es el momento en que se sientan las bases físicas y tácticas para un año que se espera largo y exigente. Matías Almeyda, conocido por su metodología de alta intensidad, tomó las riendas del equipo el pasado domingo y no ha perdido un segundo en poner a la plantilla a trabajar a tope. Pero en esas primeras y cruciales sesiones, ha habido una ausencia muy sonada: la de Kelechi Iheanacho. El atacante no ha formado parte del grupo en ninguno de los entrenamientos dirigidos por el técnico argentino.
La versión oficial del club, intentando calmar las aguas, apunta a una indigestión como la causa de su ausencia. Un contratiempo que, en cualquier otro momento, podría pasar como una anécdota sin más. Pero en este contexto, con un entrenador nuevo que quiere ver compromiso desde el minuto uno y con un jugador cuyo estado de forma ya fue motivo de debate la temporada pasada, el timing no podría ser peor. Esta situación sitúa a Iheanacho en una posición increíblemente delicada, casi como empezar la carrera varios metros por detrás del resto de sus compañeros.
Matías Almeyda: Intensidad no negociable
Para entender la gravedad del asunto, es clave conocer el perfil de Matías Almeyda. El argentino no es un entrenador que se ande con rodeos. Su filosofía se basa en la intensidad, la disciplina y un estado físico impecable. Los equipos que dirige son reconocidos por su garra y su capacidad para presionar sin descanso. Para él, el compromiso en los entrenamientos no es negociable; es el pilar sobre el que construye todo lo demás. Por eso, que un jugador se ausente en sus primeras jornadas, sea por el motivo que sea, genera una primera impresión muy negativa y pone en duda su implicación con el nuevo proyecto.
Crónica de un fichaje que no cuajó
El paso de Kelechi Iheanacho por el Sevilla ha sido, hasta ahora, una historia de expectativas no cumplidas. El delantero llegó hace casi un año como agente libre procedente del Leicester City, un movimiento que parecía inteligente sobre el papel. Traer a un jugador con experiencia en la Premier League sin coste de traspaso sonaba a oportunidad de mercado. Sin embargo, la realidad ha sido muy diferente.
Durante su primera temporada, su rendimiento fue, siendo generosos, discreto. Apenas participó en 11 partidos oficiales con la camiseta sevillista. Si bien anotó tres goles, todos ellos llegaron en la Copa del Rey contra rivales de categorías inferiores, sin lograr ver puerta en la competición liguera. Su falta de impacto fue tan evidente que, en el mercado de invierno, el club decidió enviarlo cedido al Middlesbrough en busca de los minutos y la confianza que no encontraba en Nervión.
Un futuro en el aire y un contrato que aprieta
Iheanacho, de 28 años, firmó un contrato que lo vinculaba al Sevilla hasta junio de 2026, por lo que está entrando en su segundo y último año. Esta situación contractual, combinada con su bajo rendimiento y este mal comienzo de pretemporada, lo convierte en uno de los principales candidatos a abandonar el club este verano. La puerta de salida, que ya estaba entreabierta, ahora parece completamente abierta de par en par.
El club necesita aligerar la plantilla y, sobre todo, contar con jugadores que estén cien por cien comprometidos con la exigente idea del nuevo entrenador. El «caso Iheanacho» se convierte así en la primera prueba de fuego para la nueva dirección deportiva y técnica. La situación del nigeriano se resume en una tormenta perfecta:
- Rendimiento deportivo por debajo de lo esperado.
- Una cesión poco fructífera en la segunda mitad de la temporada.
- Entrada en su último año de contrato, lo que devalúa su posible traspaso.
- Dudas previas sobre su condición física.
- Una primera impresión nefasta con el nuevo cuerpo técnico.
El tiempo corre en contra del delantero. Mientras sus compañeros se dejan la piel en el campo para ganarse la confianza de Almeyda, él se encuentra en la enfermería por un problema que, aunque legítimo, alimenta el relato de un jugador desconectado. El lío está servido, y solo un giro radical de los acontecimientos podría cambiar un destino que, hoy por hoy, parece estar muy lejos del Sánchez-Pizjuán.
Fuente original de la información: ABC – Nacho Pérez
Créditos de la imagen: efe