El país que no quiere otra catástrofe en su frontera

El país que no quiere otra catástrofe en su frontera
En el corazón de un conflicto que no da tregua, surge una pregunta que resuena con una urgencia desgarradora: si la guerra en Gaza finalmente empuja a sus habitantes fuera de su tierra natal, ¿a dónde irán los más de dos millones de gazatíes que llaman a ese lugar su hogar? Esta incertidumbre ha provocado reacciones contundentes en la región, especialmente de parte de aquellos vecinos que ya conocen de sobra el drama de los refugiados.
La idea de un reasentamiento forzado ha circulado en los círculos políticos internacionales. De hecho, a principios de este año, se llegó a sugerir la posibilidad de que Egipto y Jordania acogieran a estos gazatíes. Sin embargo, la respuesta de ambos países, que comparten fronteras y un pasado entrelazado con la historia palestina, ha sido un rotundo y enfático «no». El Rey Abdalá II de Jordania fue cristalino hace un año con su declaración: «Nada de refugiados en Jordania, nada de refugiados en Egipto». Estas palabras no son un capricho; esconden una larga y compleja historia de desplazamientos y una situación socioeconómica que ya está al límite.
La Sombra de la ‘Nakba’: Una Historia de Desplazamientos Forzados
Para entender la firmeza de estas negativas, es crucial recordar que la historia del pueblo palestino ha estado marcada por el drama del desplazamiento. No es un fenómeno nuevo, sino un capítulo que se ha repetido varias veces, dejando cicatrices profundas en la memoria colectiva. La ‘Nakba’, término árabe que significa «catástrofe», hace referencia al éxodo masivo que se produjo en 1948, durante la creación de Israel. En aquel entonces, se estima que alrededor de 700.000 palestinos tuvieron que huir o fueron expulsados de sus hogares.
Pero la historia no terminó ahí. En 1967, con la guerra que llevó a Israel a tomar el control de Cisjordania y la Franja de Gaza, la situación se repitió. Otros 300.000 palestinos se vieron forzados a abandonar sus casas, y la mayoría de ellos buscaron refugio en Jordania. Estos eventos han configurado una diáspora palestina que hoy en día supera los seis millones de personas alrededor del mundo, extendiéndose por diferentes países de la región y más allá.
Jordania: Un Santuario con Cicatrices
La diáspora palestina se distribuye en varias naciones vecinas. Líbano, Siria y Egipto, por ejemplo, acogen en conjunto a casi un millón de palestinos. Sin embargo, es en Jordania donde reside la mayor proporción de esta comunidad. El país hachemita es un punto neurálgico en la historia palestina. En la actualidad, una de cada cinco personas que residen en Jordania es palestina. Hablamos de más de 2.3 millones de refugiados registrados, una cifra que supera ligeramente la población actual de la Franja de Gaza. Esta estadística es contundente y revela el peso histórico y social que el exilio palestino tiene para Jordania.
Un aspecto notable es que la mayoría de estos refugiados palestinos en Jordania han obtenido la ciudadanía plena. Esto ha permitido que muchos se integren en la sociedad jordana, e incluso algunos han alcanzado posiciones influyentes, como la Reina Rania de Jordania, cuyos padres son de origen palestino. Sin embargo, a pesar de estas historias de éxito e integración, una gran parte de la población refugiada aún vive en los diez campamentos oficiales que existen en el país o en los tres campamentos no oficiales que reciben cierto apoyo de las Naciones Unidas.
Los Campamentos: Ciudades en un Estado Propio
Es importante comprender que estos campamentos no son meros asentamientos temporales. Se han transformado, a lo largo de las décadas, en verdaderas ciudades bulliciosas y en constante crecimiento. El campamento de Baqa’a, por ejemplo, es el más grande y alberga a más de 130.000 personas. Este lugar, a solo 30 minutos en coche del centro de Ammán, la capital, es un hervidero de actividad. Muchos de sus residentes trabajan en la ciudad y regresan allí a dormir, demostrando la profunda integración económica y social que han logrado. Otros campamentos, como el ubicado en la propia Ammán, son tan parte del paisaje urbano que se pueden divisar desde la ciudadela antigua, funcionando como un barrio más de la metrópolis.
A pesar de esta historia compartida y la profunda conexión entre los pueblos palestino y jordano, la perspectiva de una nueva ola de refugiados genera una preocupación palpable en el país. El sentimiento generalizado es de agotamiento. Abdul, un guía turístico jordano, resume este sentir con claridad: «La gente aquí está cansada. La falta de trabajo y la situación económica es complicada y ven como una amenaza esta llegada. Lo que todos queremos es que puedan seguir en su tierra». Sus palabras reflejan un temor legítimo a que una mayor presión demográfica y económica pueda desestabilizar un equilibrio ya frágil.
La Amenaza de una Nueva ‘Nakba’ sin Apoyo Regional
La posibilidad de un nuevo desplazamiento masivo de palestinos de Gaza no es solo una preocupación humanitaria, es un asunto de seguridad y estabilidad regional. Jordania y Egipto, al igual que otras naciones árabes, ya han dicho «basta». La experiencia del pasado ha enseñado duras lecciones, y la idea de acoger a más refugiados en un contexto de recursos limitados y tensiones crecientes es un camino que no están dispuestos a transitar.
Esta situación pone de manifiesto una encrucijada crítica. La historia del desplazamiento palestino podría repetirse, pero esta vez, parece que sin el respaldo tradicional de las naciones árabes de la zona. Es un recordatorio sombrío de que, sin soluciones duraderas y justas, el ciclo de sufrimiento y deslocalización seguirá marcando la vida de millones de personas.
Fuente original de la información: ABC – Carlota Pérez
Créditos de la imagen: IGNACIO GIL