El secreto de Freddie Mercury mientras los demás jugaban

El secreto de Freddie Mercury mientras los demás jugaban
¡Prepárense, apasionados de la música! Esta semana marca un hito monumental en la historia del rock: se cumplen 50 años de las legendarias sesiones de grabación que dieron vida a una de las obras maestras más reconocibles de todos los tiempos: ‘Bohemian Rhapsody’ de Queen. Para conmemorar este aniversario de oro, la BBC nos ha regalado una joya en forma de entrevista con el hombre que fue testigo de su gestación, el mismísimo fundador de los Rockfield Studios, Kingsley Ward.
Ward, un veterano de innumerables momentos históricos del rock, nos confiesa que lo que sucedió en su estudio aquel verano de 1975 fue algo verdaderamente fuera de lo común. Fue entre los meses de agosto y septiembre de ese año cuando los integrantes de Queen, con su energía desbordante, pisaron de nuevo los Rockfield Studios, ubicados en la pintoresca campiña inglesa, cerca de Monmouth. Ya un año antes, habían dejado su huella allí con ‘Killer Queen’, pero esta vez, regresaban con un propósito mucho más ambicioso: dar forma definitiva a su composición más audaz.
«En 1974 no les iba muy bien económicamente, pero cuando volvieron ya eran muy famosos», comenta Ward, evocando la evolución meteórica de la banda. Y es que, para el momento en que volvieron a Rockfield, Queen ya era una fuerza imparable en el panorama musical. Sin embargo, los inicios de esas grabaciones seminales fueron, curiosamente, un tanto pausados.
El momento eureka de ‘Bohemian Rhapsody’
Al principio, Ward recuerda que durante la primera semana de trabajo, el cuarteto no parecía avanzar mucho. Intrigado por la aparente lentitud del proceso creativo, se lo comentó a Brian May, el virtuoso guitarrista. La escena era digna de un cuadro: Ward observa a toda la banda, excepto Freddie, divirtiéndose y jugando al frisbee fuera del estudio. La respuesta de May fue tan sencilla como reveladora: «Freddie está dentro escribiendo algo».
Con la curiosidad a flor de piel, Ward se dirigió al interior del estudio. Allí, en un rincón íntimo, encontró a Mercury, concentrado, jugueteando con las teclas del piano. Era una melodía nueva, con un título provisional que, en ese momento, no revelaba su futura grandeza: ‘Freddie’s Thing’. Ward no lo sabía entonces, pero estaba presenciando el nacimiento de ‘Bohemian Rhapsody’, una canción que cambiaría para siempre el rumbo de la música moderna.
Los Rockfield Studios, un lugar que ha visto pasar a leyendas que van desde Oasis hasta Black Sabbath, de Coldplay a Motörhead, y un sinfín de nombres que harían temblar a cualquier melómano, son un verdadero santuario del rock. Ward recuerda con especial cariño el solo de Freddie, describiéndolo como «algo extraordinario». Pero lo más sorprendente es que, a pesar de estar en el epicentro de la creación, Ward no escucharía la canción completa hasta mucho después.
«Cuando Queen terminó la grabación y se marchó del estudio, yo aún no había escuchado la canción completa porque se grabó en tres secciones, y cuando acabaron solo escuché las secciones. En mi estudio nunca se juntaron como una unidad. La escuché por primera vez completa en la radio mientras conducía por la autopista M4. Me quedé asombrado, me pareció fantástica», rememora Ward, una anécdota que subraya la genialidad y la complejidad de la composición.
La granja que inspiró una obra maestra
La estancia de Queen en Rockfield, un complejo de dos salas de grabación que solía ser una antigua granja, distaba mucho del glamour que se esperaría de estrellas de su calibre. La cotidianeidad rural se mezclaba con la efervescencia creativa. Era común que Kingsley o su hermano Charles interrumpieran las sesiones para pedir ayuda con las labores del campo, como recoger el heno cuando una lluvia inesperada amenazaba con estropearlo. Incluso John Reid, el mánager de Queen, se quejaba del madrugador ruido de los hermanos al cortar el césped a las seis de la mañana.
Hasta el piano, un elemento crucial para la gestación de la canción, llegó casi por milagro: los hermanos Ward lo compraron a un vecino granjero por la irrisoria suma de solo 7 libras. Este ambiente peculiar, alejado de todo lo convencional, parece haber sido el caldo de cultivo perfecto para la creatividad sin límites de Mercury y su banda.
A pesar de las condiciones rústicas y un momento personal delicado para el grupo —Brian May había estado postrado con hepatitis tras una vacunación fallida antes de la primera gira estadounidense—, Freddie Mercury estaba decidido a volcarse por completo en su obra maestra. Incluso se dice que la inspiración para la icónica última frase, «Any way the wind blows» («Dondequiera que sople el viento»), surgió mientras observaba una veleta en la granja girar con la brisa. Detalles como este nos hacen ver cómo la inspiración puede aparecer en los lugares más inesperados.
De las primeras notas al mito
La canción no surgió de la noche a la mañana. Sus primeras semillas se plantaron años antes. Chris Smith, teclista de Smile (la banda predecesora de Queen) y amigo cercano de Mercury, recuerda que Freddie comenzó a componerla a finales de los sesenta, con fragmentos en el piano que más tarde se integrarían en ‘Bohemian Rhapsody’. Incluso en 1972, el legendario productor Roy Thomas Baker evocó cómo Mercury le mostró la balada inicial en su piso: «Tocó el comienzo en el piano, luego se detuvo y dijo: «¡Y aquí es donde entra la parte de ópera!». Poco después, salieron a cenar, dejando en el aire la promesa de algo grandioso.
Queen invirtió un mes entero dándole forma a ‘Bohemian Rhapsody’ en el Ridge Farm Studio en Surrey a mediados de 1975. Tras tres semanas de ensayos intensivos en Penrhos Court, se trasladaron a Rockfield Studios para grabar la mayor parte de la canción y otros temas que conformarían el álbum ‘A Night at the Opera’. Este proceso no terminó ahí; la producción de la canción se extendió a otros cuatro estudios adicionales: Roundhouse, Sarm Studios, Scorpio Sound y Wessex Sound Studios, demostrando el meticuloso esfuerzo y la dedicación que se invirtió en cada nota.
Cincuenta años después, ‘Bohemian Rhapsody’ sigue sonando fresca, audaz y relevante, un testimonio de la visión de Freddie Mercury y la magia que Queen logró capturar en esos estudios. Es una pieza musical que no solo marcó una era, sino que continúa inspirando a nuevas generaciones de artistas y oyentes, un verdadero himno que sigue desafiando el tiempo.
Fuente original de la información: ABC – Nacho Serrano
Créditos de la imagen: abc