El secreto oscuro que Lisiecki desvela en el piano

El secreto oscuro que Lisiecki desvela en el piano
¡Atención, melómanos y amantes del piano! El escenario del Auditorio Nacional de Madrid se encendió recientemente con la presencia imponente de Jan Lisiecki, el prodigioso pianista canadiense que, a sus jóvenes treinta años, ya es una figura esencial en el universo pianístico mundial. Lisiecki regresó a la capital española con una propuesta que va más allá de un simple concierto, ofreciendo una experiencia inmersiva que nos transportó a las profundidades de la música clásica.
Este virtuoso, que lleva quince años dejando boquiabierto a medio mundo, inauguró la temporada del Ciclo Grandes Intérpretes de Piano con un recital majestuoso. Ya no es el «joven intérprete» que deslumbró hace siete años, sino un artista consolidado, manteniendo intacta esa magia innata que lo catapultó al estrellato. Su biografía, forjada por diez álbumes que exploran obras cumbre del repertorio, especialmente las de Chopin, es la prueba irrefutable de su talento.
Chopin: Un Nuevo Universo Sonoro
Hablar de Lisiecki es hablar de Chopin. Parece que su ascendencia polaca podría justificar esta conexión, pero la verdad es que su interpretación del maestro polaco va mucho más allá de un origen. Su Chopin es una fuerza de la naturaleza: poderoso, sólido, denso y extraordinariamente virtuoso. Es un Chopin limpio, desinhibido y rebosante de emoción, con un toque moderno que lo hace único. El propio Lisiecki busca mantenerse al margen de las tradiciones, adentrándose en los manuscritos originales para desentrañar las intenciones más íntimas de los compositores, un acercamiento que sin duda enriquece cada nota que interpreta.
El concierto en el Auditorio Nacional fue la presentación de su ambicioso proyecto «Preludes», lanzado discográficamente en marzo. Esta es la primera vez que Lisiecki nos ofrece un programa con una estructura tan definida, un verdadero argumento musical. A diferencia de su disco anterior, «Night Music», que era una sucesión de obras meticulosamente ordenadas, «Preludes» se configura como un díptico musical que nos invita a un viaje sonoro inolvidable.
«Preludes»: Una Galería de Momentos Musicales
Imagina una pequeña biblioteca de Babel en forma de concierto. Así es la primera parte de «Preludes», una colección de una docena de obras cortas, vinculadas por sutiles relaciones musicales y con compositores en diálogo constante. Luego, el verdadero protagonista: los veinticuatro preludios de Chopin, que se despliegan como un torbellino de emociones, explorando cada rincón del alma humana.
El concierto en Madrid tuvo algunas variaciones respecto al disco, lo cual solo confirma que «Preludes» es una fórmula viva, un punto de partida que Lisiecki moldea con su sinceridad pianística en cada actuación. Por eso, no tiene sentido analizar cada pieza de forma aislada; lo verdaderamente mágico sucede en la narración general que construye. «Preludes» es una experiencia que te lleva de la mano por una «galería de instantes musicales», como si Lisiecki fuera nuestro guía personal en un museo sonoro.
El Arte de Transformar el Escenario
Pero el directo siempre añade un plus. Más allá de la sensatez de la grabación, el concierto en Madrid estuvo cargado de una tensa concentración y un aura especial. ¡Hasta la interrupción inevitable de un móvil no logró romper el hechizo! Lisiecki se detuvo unos segundos que parecieron eternos, pero siguió adelante, retomando el hilo de su virtuosismo. El programa se enriqueció con alternancias fascinantes:
- Bach, reinterpretado sin complejos en un piano moderno, demostrando que el instrumento redefine la obra.
- Rachmaninov, resonando con la misma fuerza que los juveniles y ardientes preludios de Henryk Górecki.
- El «engañoso» Szymanowski, que nos mantiene en vilo con cada nota.
- El temprano Messiaen, un preludio a lo que sería su brillante trayectoria.
Y como guinda del pastel, fuera de programa, nos regaló el segundo romance del opus 28 de Schumann, una pieza que sonó con una sencillez conmovedora después de las tumultuosas olas chopinianas. Fue un final que nos dejó con el corazón encogido y el espíritu elevado.
Lisiecki es un artista que se transforma por completo frente al teclado. Pierde su naturalidad para adentrarse en un territorio propio, donde cada gesto es una confesión. Con «Preludes», esta conexión se hace aún más evidente. Las posibilidades son infinitas, las controversias que surgen son resueltas con una perspectiva musical impecable. Nos demuestra que el verdadero intérprete siempre ofrece su propia verdad, la más auténtica.
Verlo entregarse por completo al piano, agitando su cabello con nerviosismo, sudando hasta necesitar un cambio de camisa en el descanso, calibrando con precisión el pianísimo o haciendo que el instrumento retumbe con una fuerza atronadora, es presenciar el resurgimiento del verdadero mito del virtuoso. No el que busca la fama instantánea en redes, sino el que convierte la música en su único objetivo, más allá de la popularidad. Es una experiencia que te deja sin aliento y con ganas de más, confirmando que la magia de Lisiecki es un secreto que vale la pena desvelar una y otra vez.
El Ciclo Grandes Intérpretes de Piano, que continuará con nueve conciertos más y la incorporación de dos con orquesta, además de la figura de artista residente estrenada por Javier Perianes, promete seguir ofreciéndonos momentos musicales inolvidables. La presencia de Lisiecki en esta nueva temporada es un testamento de su indiscutible peso en el mundo del piano, un evento que nos recuerda que la música en directo es, sin duda, una de las experiencias más enriquecedoras de la vida cultural.
Fuente original de la información: ABC – Alberto González Lapuente
Créditos de la imagen: Álvaro Panda