Fue espía chino sin que nadie lo supiera durante 17 años

Fue espía chino sin que nadie lo supiera durante 17 años
¡Atención, amantes del thriller político y las historias de intriga! En un giro digno de guion cinematográfico, el Tribunal Regional Superior de Dresde ha dictado sentencia en un caso de espionaje que ha mantenido en vilo a los pasillos del poder europeo. Un ex empleado, Jian G., quien fuera la mano derecha del político Maximilian Krah, del partido Alternativa para Alemania (AfD), ha sido condenado a cuatro años y nueve meses de prisión por una trama de espionaje que se extendió durante casi dos décadas.
Este escandaloso caso pone de manifiesto cómo la inteligencia de un país extranjero puede operar con una paciencia y una meticulosidad asombrosas, infiltrando a sus agentes en los núcleos más sensibles de la política europea. Jian G., de 44 años y origen chino pero ciudadanía alemana, ha sido declarado culpable de un delito de espionaje de particular gravedad. La Fiscalía Federal había solicitado una pena más severa, de siete años y medio, pero el tribunal ha ajustado la condena tras considerar diversos elementos del caso.
Una infiltración silenciosa y prolongada
La historia de Jian G. es un verdadero manual de cómo operar un «agente durmiente». Llegó a Alemania en el año 2002, se estableció en Dresde y obtuvo la ciudadanía alemana en 2011. Parece que todo su traslado y asentamiento estuvo orquestado desde el principio por la inteligencia china, que no «activó» a su agente hasta que estuvo perfectamente posicionado. Esto significa que durante 17 largos años, G. vivió una vida aparentemente normal, mientras los hilos de una compleja operación de espionaje se tejían en segundo plano.
La paciencia de los servicios de inteligencia extranjeros en este tipo de operaciones es algo que llama poderosamente la atención. El juez presidente del Tribunal Regional Superior de Dresde, Hans Schlüter-Staats, recalcó la vulnerabilidad de las instituciones y las infraestructuras europeas ante proyectos de espionaje a tan largo plazo. G. se mantuvo en las sombras, trabajando incansablemente para alcanzar una posición de confianza y autoridad desde la cual podría acceder a información altamente sensible. Una vez en el puesto adecuado, la maquinaria se puso en marcha.
El epicentro del espionaje: el Parlamento Europeo
Entre 2019 y 2024, Jian G. trabajó en la oficina de Maximilian Krah en Bruselas. Durante este periodo, se probó que pasó cientos de documentos del Parlamento Europeo al servicio secreto chino. Muchos de estos documentos eran de una sensibilidad extrema, conteniendo información vital sobre la política y la seguridad de la Unión Europea. Pero su actividad no se limitó a eso.
Además de la información institucional, G. se dedicó a espiar a disidentes chinos y grupos de oposición en Europa, utilizando los propios recursos internos de las instituciones europeas. ¡Increíble! También se descubrió que transmitía información relevante sobre el propio liderazgo de AfD. Esto nos da una idea de la amplitud y la profundidad de su red de recolección de datos, que abarcaba desde secretos de estado hasta perfiles de opositores políticos y detalles internos de un partido alemán. La sofisticación de esta operación nos deja con la boca abierta.
La defensa de Jian G. y las complejidades del caso
Durante todo el proceso judicial, Jian G. mantuvo un silencio absoluto, sin realizar ninguna declaración. Solo en la penúltima sesión, sus abogados, al ver que la situación era insostenible, le aconsejaron negar las acusaciones, argumentando que no había trabajado para ningún servicio de inteligencia chino y que era inocente. La defensa buscaba la absolución, alegando una falta de pruebas suficientes y refiriéndose al proceso como un «juicio con documentos secretos». Se hizo hincapié en que no se pudieron probar pagos directos de China a G., y que una confesión abierta podría acarrearle graves represalias a él y a su familia en su país de origen.
Sin embargo, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución llevaba más de dos años y medio monitoreando a G. Sus conversaciones telefónicas con su oficial superior e incluso con su esposa eran escuchadas. Cuando la comunicación se volvió más cautelosa, los servicios de seguridad intervinieron su Mercedes a principios de 2023. La vigilancia se extendió en catorce ocasiones antes de su arresto en abril de 2024. Estas pruebas, construidas con paciencia y tecnología, fueron clave para desmantelar la red.
Otros implicados en la red de espionaje
En el mismo juicio, también fue juzgada Yaqi X., una ciudadana china que trabajaba en una empresa de logística en el aeropuerto de Leipzig-Halle. Ella fue condenada a una pena condicional de un año y nueve meses. ¿Su papel en esta trama? Proporcionó a G. datos y fotos sobre vuelos militares y pasajeros, a cambio de dinero. Incluso le facilitó una lista de empleados de la empresa de armamento Rheinmetall, incluyendo nombres, direcciones y números de pasaporte. ¡Un nivel de detalle alarmante!
Aunque Yaqi X. admitió haber transmitido la información a petición de G., aseguró que desconocía que él fuera un agente secreto, intuyendo que los datos eran para sus propios negocios. La Fiscalía Federal había pedido una pena de dos años y nueve meses para ella, pero finalmente se rebajó ante la falta de material probatorio que la vinculara directamente con la parte más grave del delito de espionaje extranjero.
El implicado político: Maximilian Krah
El entonces eurodiputado, y ahora miembro del Bundestag, Maximilian Krah, tuvo que comparecer como testigo en el juicio. Krah insistió en que no tenía conocimiento de las actividades de espionaje de G., aunque reconoció una estrecha relación laboral y que le había dado, al igual que a todo el personal de su oficina en Bruselas, acceso a su cuenta personal en el sistema de información del Parlamento Europeo. Esto destaca una fisura de seguridad importante que permitió el acceso a información sensible.
Curiosamente, Krah no ha estado exento de problemas legales. Desde mayo, ha estado bajo investigación por sospechas de soborno y lavado de dinero, vinculados a posibles pagos chinos. De hecho, el Bundestag levantó su inmunidad parlamentaria, y el 11 de septiembre, se realizaron redadas en sus oficinas y viviendas en Berlín, Dresde, Limbach-Oberfrohna y Bruselas. Krah ha calificado estas acusaciones de «absurdas» y «políticamente motivadas». Que un político de su estatura esté envuelto en tales controversias mientras su ex asistente es condenado por espionaje, añade una capa extra de complejidad y drama a esta saga.
Este caso es un potente recordatorio de la constante amenaza del espionaje en el corazón de Europa. Nos obliga a reflexionar sobre la seguridad de nuestras instituciones y la increíble paciencia y planificación que pueden desplegar los servicios de inteligencia extranjeros. ¡Una historia que bien podría ser la base de tu próxima serie de espías favorita!
Fuente original de la información: ABC – Rosalía Sánchez
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