La Champions le enseña a San Mamés su cara más cruel

La noche en que la Champions volvió a rugir en San Mamés
Once temporadas. Once largos años habían pasado desde la última vez que el himno estelar de la Champions League resonó bajo el cielo de Bilbao. La espera terminó, y San Mamés se vistió de gala para recibir un partido que era mucho más que fútbol: era la celebración de un regreso, la confirmación de un proyecto y el sueño de toda una afición. El rival, nada menos que el Arsenal de Mikel Arteta, un semifinalista de la competición y un gigante europeo. El Athletic Club salió al campo con el cuchillo entre los dientes, desplegando una versión llena de garra, compromiso y corazón, pero el fútbol de élite, a veces, tiene una lógica implacable y cruel. Al final, la fiesta se tiñó de amargura con un 0-2 que no refleja la entrega de los leones.
Ernesto Valverde, consciente del desafío, planteó un once que mezclaba la solidez de sus habituales con la frescura de jugadores como Adama Boiro y Gorosabel. La idea era clara: morder, presionar y aprovechar cada centímetro que el Arsenal concediera. Y durante gran parte del encuentro, el plan funcionó a la perfección. Los ingleses, por su parte, intentaron apagar el incendio inicial de San Mamés con su arma predilecta: una posesión casi hipnótica, de pases horizontales y poco riesgo, buscando desgastar la energía del Athletic y esperar su momento.
Un primer tiempo de poder a poder
La primera mitad fue un fascinante pulso de estilos. Cada vez que el Athletic lograba robar el balón, lanzaba ataques vertiginosos que ponían en alerta a la defensa londinense. La sensación de peligro era, sin duda, rojiblanca. El público vibraba con cada carrera de Iñaki Williams y cada intento de desborde de sus extremos. Sin embargo, poco a poco, la calidad del Arsenal comenzó a emerger. Sin grandes alardes, los ‘gunners’ empezaron a merodear el área de Unai Simón. La tensión era palpable.
Las ocasiones comenzaron a repartirse. Primero, una intervención providencial de Gorosabel evitó un gol que ya se cantaba por parte de Eze. Poco después, el delantero sueco Gyökeres tuvo dos oportunidades claras para adelantar a los suyos; en una se topó con un imperial Vivian que le encimó hasta el último momento, y en la otra, su cabezazo se marchó desviado. El ritmo del partido se vio interrumpido por un aparatoso choque de cabezas entre el propio Gyökeres y su compañero Gabriel, un momento que pareció enfriar los ánimos del Arsenal y devolver el equilibrio al césped.
Justo antes del descanso, el Athletic tuvo su gran oportunidad. En una de las pocas jugadas en las que pilló descolocada a la zaga inglesa, Iñaki Williams conectó de manera brillante con Berenguer, dejándolo en una posición franca para marcar. Pero la definición no fue precisa y el balón no encontró portería. Fue un suspiro colectivo en San Mamés, la sensación de haber dejado escapar un momento clave.
El banquillo de Arteta dicta sentencia
Tras el paso por vestuarios, el Arsenal salió con otra cara. Adelantó líneas, aumentó la intensidad y se lanzó a por el partido, liderado por un incansable Madueke por la banda. El inglés se convirtió en una pesadilla para la defensa vasca, pero se encontró con un muro llamado Unai Simón, que mantuvo el marcador a cero con una intervención clave. El Athletic aguantó el chaparrón y consiguió sacudirse el dominio, volviendo a nivelar la contienda.
Pero en la Champions, un descuido, un destello de talento, puede cambiarlo todo. Y ese destello llegó desde el banquillo. Mikel Arteta movió sus fichas y dio entrada a Gabriel Martinelli en el minuto 71. Lo que sucedió a continuación fue la definición de impacto inmediato. Apenas unos segundos después de pisar el césped, Martinelli recibió un balón largo, lo controló con una calidad exquisita y se lanzó en una carrera imparable hacia la portería para batir a Simón. Fue el 0-1 en el minuto 72, un golpe durísimo que silenció por un instante a la Catedral.
Pese al mazazo, los de Valverde no bajaron los brazos. Con más corazón que cabeza, intentaron buscar el empate, pero el Arsenal demostró por qué es uno de los grandes. Se defendió con orden, sin pasar apuros, y esperó el momento para sentenciar. Y la sentencia, de nuevo, llegó desde el banquillo. En el minuto 87, en una jugada iniciada por el propio Martinelli, el balón le llegó a Leandro Trossard, otro de los suplentes, que no perdonó y puso el 0-2 definitivo. La calidad de los recambios del Arsenal había desmontado el esfuerzo titánico del Athletic.
La noche terminó con una derrota, sí, pero también con una lección aprendida. El Athletic demostró que tiene alma y fútbol para competir en este escenario, pero la Champions no perdona la falta de contundencia. San Mamés despidió a sus jugadores con una ovación, reconociendo el esfuerzo y la entrega. Fue una bienvenida cruel, pero el camino en Europa no ha hecho más que empezar.
Ficha del partido
- Resultado: Athletic Club 0 – 2 Arsenal FC
- Goles: 0-1, Martinelli (min. 72); 0-2, Trossard (min. 87).
- Alineación Athletic: Unai Simón; Gorosabel, Vivian, Paredes, Adama Boiro (Yuri, m.68); Jauregizar, Vesga (Rego, m.81); Berenguer, Sancet (Guruzeta, m.68), Robert Navarro (Unai Gómez, m.61; Nico Serrano, m.81) e Iñaki Williams.
- Alineación Arsenal: Raya; Timber, Mosquera, Gabriel, Calafiori (Hincapié, m.91); Zubimendi, Rice, Merino; Madueke (Norgaard, m.91), Gyökeres (Trossard, m.65) y Eze (Martinelli, m.71).
- Árbitro: D. Rumsas (Lituania). Amonestó a Jauregizar por el Athletic y a Rice, Madueke y Zubimendi por el Arsenal.
Fuente original de la información: ABC – Daniel Cebreiro
Créditos de la imagen: AFP