La confesión de Inma Gabarro tras el peor año de su vida

Hay noticias que van más allá del simple fichaje. Son historias de regreso, de superación y de reencuentro. Y la que hoy protagoniza Inma Gabarro es, sin duda, una de ellas. El sevillismo está de celebración, y no es para menos: una de sus hijas pródigas vuelve a casa. La delantera sevillana vestirá de nuevo la camiseta blanquirroja tras un año complicado en Inglaterra, y sus primeras palabras son un torrente de sinceridad y emoción que nos recuerda por qué amamos este deporte.
El Sevilla FC y el Everton Football Club han cerrado un acuerdo para la cesión por una temporada de la atacante. Una noticia que ha encendido la ilusión de una afición que la vio crecer desde que se unió al club en la temporada 2013-14. Pero más allá de lo deportivo, es el componente humano de esta historia lo que realmente resuena. Inma no vuelve solo para marcar goles; vuelve para sanar, para reencontrarse y para liderar desde la experiencia que solo el dolor puede enseñar.
«Necesitaba volver a casa»: El regreso al nido
Imagínate estar lejos de todo lo que conoces, persiguiendo un sueño en una tierra extraña y que, de repente, todo se tuerza. Esa fue la realidad de Inma Gabarro la pasada campaña. Su aventura en la liga inglesa se vio truncada, y la distancia se hizo más grande que nunca. Por eso, en sus primeras declaraciones a los medios del club, no se esconde. Sus palabras son claras y directas al corazón: «Necesitaba volver a casa».
No se trata solo de volver al club que la formó, sino de reconectar con sus raíces más profundas. «Volver a encontrarme con la familia sevillista y con la personal. Quería encontrarme conmigo misma y qué mejor que hacerlo en casa», confiesa la canterana. Estas frases revelan a una deportista que busca algo más que minutos en el campo; busca un refugio, un lugar donde reconstruirse como futbolista y como persona, rodeada del cariño y el apoyo que solo el hogar puede ofrecer. Su regreso es un acto de valentía, un reconocimiento de que para volar alto, a veces hay que volver al nido para fortalecer las alas.
La cara amarga del fútbol: «El peor año de mi vida»
El año de Gabarro en el Everton estuvo marcado por una de las peores pesadillas para cualquier atleta de élite: una grave lesión del ligamento cruzado anterior. Este obstáculo no solo la apartó de los terrenos de juego, sino que la sumió en un proceso de recuperación largo y solitario, lejos de España. Con una honestidad arrolladora, lo resume en una frase que impacta: «Ha sido el peor año de mi vida en lo futbolístico».
Inma explica que la ausencia del fútbol, el motor de su vida, la dejó en un vacío emocional. «No he tenido esa parte de fútbol que es lo que a mí me mueve», admite. La lucha no fue solo física; la batalla más dura se libró en su mente. «Ha sido un año durísimo mentalmente al igual que físicamente», reconoce, describiendo cómo el hecho de vivir esta experiencia fuera de su país y lejos de su familia multiplicó el sufrimiento. Una lesión así, como ella misma dice, «mentalmente te destroza porque te separa de lo que amas».
Resiliencia forjada en la adversidad
Pero de las cenizas siempre resurge algo nuevo y más fuerte. Gabarro no se dejó vencer. Aunque el camino fue oscuro, encontró una luz al final del túnel. Aprovechó el tiempo alejada del césped para trabajar en otros aspectos. «Estuve apartada en el gimnasio y he mejorado en ese aspecto, algo que saco como positivo», señala, demostrando una mentalidad resiliente. Este proceso de introspección y trabajo personal la ha transformado.
«He cogido mucha madurez física y mentalmente, creo que soy una persona totalmente nueva interiormente», afirma con convicción. Este tiempo le ha permitido reflexionar, tomar decisiones con calma y ver las cosas con una nueva claridad. No es la misma jugadora que se fue; es una versión evolucionada, forjada en la dificultad y preparada para aportar mucho más que talento.
Una Inma renovada para un Sevilla ilusionado
Con la herida cerrada y el espíritu renovado, Inma Gabarro llega a Sevilla con un propósito claro: trabajar, sacrificarse y devolver al club y a la afición toda la confianza depositada en ella. Sabe que el camino no será fácil, pero su determinación es inquebrantable. «Vengo a trabajar muchísimo y a poder ser la futbolista y la persona que quiero ser para poder dar el nivel que creo que Inma puede llegar a tener», promete.
Su regreso no solo suma una pieza clave al ataque del equipo, sino que añade un valor intangible: la madurez y el liderazgo de quien ha superado la adversidad. Está lista para ser una voz de aliento en el vestuario, para recordar a sus compañeras que «llegarán días mejores» cuando las cosas se pongan difíciles. La afición sevillista no solo recupera a una goleadora, recupera a un símbolo de perseverancia. La Inma que llega es una futbolista completa, lista para brillar de nuevo en el lugar que siempre fue su hogar.
Fuente original de la información: ABC – Orgullo de Nervión
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