¿Qué hizo el Madrid de Scariolo para ganar al límite?

¿Qué hizo el Madrid de Scariolo para ganar al límite?
¡Atención, amantes del baloncesto y la adrenalina! En Vinyl Station Radio, siempre estamos listos para contarte las historias más emocionantes, y la Supercopa de baloncesto nos acaba de regalar una de esas que te dejan sin aliento. El Real Madrid, bajo la batuta del regreso estelar de Sergio Scariolo, ha conseguido su primera victoria en esta nueva era, y vaya si sufrió para lograrlo. Fue un partido de infarto contra el Tenerife, donde la estrategia, la garra y un poco de polémica se mezclaron para ofrecernos un espectáculo digno de recordar.
Scariolo, con 64 años y casi un cuarto de siglo desde su última vez en el banquillo blanco en 2022, había advertido antes del partido que era el primer día que podía entrenar con todos sus jugadores. Esta frase, que sonó a premonición, nos daba una pista de lo complicado que podía ser el encuentro. Y complicado, vaya si lo fue. Los gigantes de la cancha fueron los encargados de levantar el telón.
Un arranque de titanes y la lucha bajo los aros
El partido arrancó con un duelo épico bajo los aros, una batalla de colosos que nos tuvo pegados a la pantalla desde el primer minuto. Por el lado del Real Madrid, el imponente Tavares; y enfrente, por el Tenerife, el búlgaro Kostadinov. Estos dos gigantes fueron los protagonistas absolutos de los primeros compases, sumando los puntos iniciales de sus respectivos equipos y protagonizando un forcejeo intenso y constante en la pintura. La intensidad fue tal que Kostadinov tuvo que ser relevado temporalmente para evitar cargarse con faltas demasiado pronto, una señal clara de la dureza del encuentro.
Con el paso de los minutos, otros héroes fueron sumándose a la contienda. El incombustible Deck por el Madrid y el eterno Marcelinho Huertas por el Tenerife, demostrando que la experiencia es un grado en estas lides. El Real Madrid amagó con despegarse en el marcador, intentando imponer su ritmo y su calidad individual. Sin embargo, el Tenerife, lejos de acobardarse, demostró ser un equipo rocoso y con un plan muy claro. Con un arrebato final, los canarios lograron cerrar el primer cuarto a solo un punto de desventaja, dejando claro que no iban a poner las cosas fáciles.
Cuando el partido se puso cuesta arriba: la ventaja canaria
El segundo cuarto fue un auténtico jarro de agua fría para el conjunto blanco. Lejos de ceder terreno, el Tenerife pisó el acelerador y desplegó un baloncesto sólido y efectivo. La ventaja canaria creció punto a punto hasta alcanzar la impresionante cifra de diez puntos al descanso, dejando al Madrid en una situación delicada. Los méritos del Tenerife fueron innegables, un equipo compacto que aprovechó cada resquicio. Pero también hay que decir que el Real Madrid se mostró espeso. Demasiado espeso. La anotación dependía en gran medida de los titanes Deck y Tavares, quienes cargaban sobre sus espaldas el peso ofensivo del equipo.
Un claro reflejo de esta situación fue la actuación de un jugador clave como Campazzo. El base argentino se marchó al vestuario con tan solo un triple anotado en veinte minutos, una estadística inusual para un jugador de su calibre. La frustración era palpable y el Madrid necesitaba una chispa, un cambio de rumbo si quería tener opciones en la segunda mitad. La afición madridista, expectante, sabía que el equipo de Scariolo debía reaccionar con urgencia para evitar que el partido se les escapara definitivamente.
La remontada a base de pundonor y veteranos al rescate
El tercer cuarto fue el momento de la verdad para el Real Madrid. Con más corazón que cabeza, los jugadores blancos salieron a la cancha con una mentalidad diferente, dispuestos a dejarse la piel en cada jugada. Fue un período de remar contra corriente, donde el pundonor brilló por encima del juego fluido. Poco a poco, el Madrid fue recortando distancias, apretando en defensa y buscando soluciones ofensivas.
La figura de Kramer emergió con fuerza en este tramo del partido, con una misión especial: hacer daño a su exequipo. Y vaya si lo hizo. El escolta alemán, que tan solo tres meses atrás compartía vestuario con muchos de sus rivales, anotó 15 puntos, convirtiéndose en un factor desequilibrante. Su conocimiento de los sistemas y los puntos débiles del Tenerife fue crucial para inyectar vitalidad al ataque blanco. Sin embargo, el Tenerife seguía resistiendo, liderado por la maestría de un Marcelinho Huertas que, a sus 42 años, parece haber encontrado el secreto de la eterna juventud. Su visión de juego y su capacidad para dirigir al equipo mantuvieron a los canarios en la pelea.
Y hablando de veteranos, el Real Madrid también contó con la ayuda de sus clásicos salvadores. El siempre fiel Sergio Llull, a sus 37 años, acudió al rescate con su característico desparpajo y puntos clave. Y Campazzo, que venía de una primera parte discreta, fue despertando de su letargo, sumando canastas importantes que insuflaron moral al equipo. Este cóctel de veteranía, garra y el famoso «prurito blanco» (esa bravura que caracteriza al Madrid en los momentos difíciles), junto con algunas decisiones arbitrales que generaron debate, auparon al Real Madrid y lo pusieron momentáneamente por delante en el marcador a falta de cinco minutos para el final. ¡La emoción estaba garantizada!
Un final de infarto y el billete a la final
Los últimos minutos del partido fueron una auténtica montaña rusa de emociones. El Real Madrid, pese a haberse puesto por delante, no pudo relajarse ni un segundo. El Tenerife demostró ser una roca, un equipo con una resiliencia envidiable que no bajó los brazos en ningún momento. El coloso georgiano Shermadini se hizo fuerte en la pintura, manteniendo a su equipo a flote con canastas cruciales que hacían sudar la gota gorda al equipo de Scariolo. El marcador se mantuvo apretado, con alternancias y canastas que valían su peso en oro.
La tensión llegó a su punto álgido en la última jugada del partido. Con opciones de ganar y plantarse en la final, el Tenerife tuvo la posesión decisiva. El balón fue a parar a manos de Fernández, quien intentó la canasta que cambiaría el destino, pero no hubo suerte. El aro escupió el balón, y el Real Madrid pudo respirar aliviado. La victoria, con gran sufrimiento, era suya. Una muestra clara de que el equipo de Scariolo, aunque aún en fase de rodaje, sabe competir y ganar en situaciones límite. Ahora, les espera en la final el Valencia, que previamente eliminó al anfitrión Unicaja Málaga en otra semifinal vibrante. ¡La Supercopa promete un cierre espectacular!
Fuente original de la información: ABC – Ángel Luis Menéndez
Créditos de la imagen: efe