Todo cambió para España a 20 segundos del pitido final

Hay partidos que se ganan con talento, otros con estrategia y algunos, los más memorables, con puro corazón. Lo que vivimos en el enfrentamiento de cuartos de final entre España y Países Bajos fue una de esas batallas épicas que se quedan grabadas en la retina, un thriller acuático que nos tuvo al borde del asiento hasta el último suspiro y que se decidió desde la línea de cinco metros. La selección española de waterpolo femenino está en semifinales, pero el camino fue una auténtica montaña rusa de emociones que casi descarrila en el último momento.
El marcador final de 11-11 en el tiempo reglamentario no cuenta ni la mitad de la historia. Fue un choque de titanes, una final anticipada donde las guerreras de Jordi Valls pasaron de dominar con una autoridad pasmosa a sufrir un asedio implacable que culminó con un gol neerlandés a falta de, sí, tan solo veinte segundos para el bocinazo final. Pero cuando todo parecía encaminado a la decepción, el temple y la calidad de nuestras jugadoras brillaron en la tanda de penaltis para sellar un pase a semifinales que sabe a gloria.
Un arranque de ensueño que prometía una tarde tranquila
Quien viera los dos primeros cuartos del partido, difícilmente podría haber imaginado el desenlace cardíaco que nos esperaba. España salió a la piscina con una determinación arrolladora, dispuesta a no dejar ni una sola migaja a sus rivales. La combinación de la experiencia y el descaro juvenil fue un cóctel explosivo que las neerlandesas no supieron cómo detener. La ofensiva española, liderada por una magistral Bea Ortiz, junto a la puntería de Elena Ruiz y la solidez de Paula Crespí, funcionaba como una máquina perfectamente engrasada.
Los parciales de 3-1 en el primer cuarto y 4-2 en el segundo hablaban por sí solos. España ejecutaba su plan a la perfección, con una defensa férrea y ataques letales que abrían una brecha considerable en el marcador. Si en el ataque el equipo brillaba, en la portería teníamos un muro llamado Martina Terré. Sus paradas fueron fundamentales para construir esa ventaja, desquiciando a las lanzadoras rivales y transmitiendo una seguridad que contagiaba a todo el equipo. Parecía que el billete a semifinales iba a sellarse por la vía rápida, pero en el deporte de élite, y más contra una potencia como Países Bajos, nunca puedes dar nada por sentado.
El despertar de la bestia naranja y la remontada
El descanso largo pareció transformar por completo al equipo neerlandés. Salieron de los vestuarios con una energía renovada y una agresividad que empezó a poner en serios aprietos a España. La figura de Lieke Rogge emergió para capitanear una remontada que cambió el guion del partido de forma radical. El dominio español se desvaneció y la cómoda ventaja comenzó a evaporarse gol a gol. El tercer cuarto fue una pesadilla para las nuestras, que vieron cómo sus rivales les endosaban un parcial de 5-2, dejando el marcador al rojo vivo de cara al último periodo.
Un último cuarto de infarto
La tensión se podía cortar con un cuchillo en el último asalto. Cada posesión era una batalla, cada lanzamiento una final. El factor físico y la presión empezaron a pasar factura, especialmente a una selección española que sufrió una cantidad desmesurada de expulsiones. Esta circunstancia fue clave, ya que concedió hasta 14 situaciones de superioridad numérica a Países Bajos, frente a solo dos para España. Luchar en inferioridad durante tanto tiempo es un desgaste brutal, pero el equipo aguantó con uñas y dientes.
Sin embargo, a falta de 20 segundos, llegó el mazazo. Con el marcador ajustado, las neerlandesas encontraron el hueco para anotar el gol del empate a 11. Un jarro de agua fría que silenció al banquillo español y nos mandaba directos a la lotería de los penaltis, el escenario más cruel e impredecible de todos.
Héroes en la tanda de penaltis: Temple de acero y una parada para la historia
Fue entonces cuando la épica se apoderó de la piscina. La tanda de penaltis fue un ejercicio de nervios, técnica y una pizca de suerte. La secuencia fue digna de una película:
- Bea Ortiz y Lieke Rogge, las líderes de sus equipos, no fallaron. Máxima presión y máxima eficacia para empezar.
- El segundo lanzamiento neerlandés, a cargo de Bente Rogge, se estrelló violentamente contra el palo. La fortuna sonreía a España.
- Elena Ruiz y Paula Crespí, con una calma asombrosa, convirtieron sus lanzamientos, poniendo toda la presión sobre Países Bajos.
- Y entonces, Martina Terré se agigantó. La portera española adivinó la intención de Maartje Keuing y detuvo su disparo en una parada que vale una semifinal.
- Con el destino en sus manos, Ari Ruiz se enfrentó a una portera diferente, ya que las neerlandesas buscaron un cambio desesperado, pero no perdonó. Su gol desató la euforia y selló una victoria inolvidable.
Con este triunfo agónico, España se clasifica para las semifinales, donde se enfrentará a otra potencia, Hungría, por un puesto en la gran final. La actuación de Bea Ortiz fue reconocida con el premio a la mejor jugadora del partido (MVP), un galardón más que merecido para quien fue el faro del equipo tanto en los momentos de brillo como en los de oscuridad. ¡Qué partidazo y qué orgullo de equipo!
Fuente original de la información: ABC –
Créditos de la imagen: EFE