Un vodevil convierte la Fundación Juan March en un antro de risas

Un vodevil convierte la Fundación Juan March en un antro de risas
¡Prepárense para una dosis de buen humor y sorpresas en la siempre prestigiosa Fundación Juan March! Conocida por su seriedad y rigor cultural, la institución madrileña ha dado un giro inesperado, transformando su elegante salón de actos en un auténtico antro de vodevil. ¿Cómo? Pues de la manera más divertida y teatral posible, trayendo a escena dos zarzuelas breves que prometen risas aseguradas: ‘El vizconde’ y ‘Gato por liebre’.
Esta propuesta, que inauguró la temporada musical de la March, es una clara declaración de intenciones: demostrar que la cultura puede ser, y debe ser, también sinónimo de diversión sin complejos. Olvídense de lo trascendente o lo excesivamente serio, aquí lo que prima es el entretenimiento puro y sin filtros, rescatando lo mejor del arte teatral español más frívolo. Y vaya que lo han logrado, porque el público, ¡se lo está pasando en grande!
La Inesperada Transformación de un Espacio Emblemático
Entrar en la Fundación Juan March, con su imponente arquitectura, suele implicar un cierto aire de solemnidad. Pero estos días, algo ha cambiado. Un texto en la puerta ya nos invita a romper esa barrera inicial, recordándonos la filosofía de P. T. Barnum: «Pasen y vean». Y es que, al igual que el célebre empresario, la March sabe que hasta lo más evidente necesita ser publicitado para atraer y sorprender.
Y vaya si han sorprendido. En sus instalaciones, entre obras de arte de Sempere o Chillida, ahora conviven elementos que evocan la extravagancia del vodevil: mujeres barbudas, soldados algo patosos y personajes sacados de un folletín. Es una mezcla fascinante, un «lo nunca visto» que busca remover los bajos instintos del espectador, apelando a la comicidad inherente a los enredos y las situaciones más disparatadas.
Dos Obras, Un Mismo Enredo: ‘El Vizconde’ y ‘Gato por Liebre’
Las protagonistas de esta fiesta teatral son ‘El vizconde’ y ‘Gato por liebre’, zarzuelas cómicas de Francisco Asenjo Barbieri, con textos de Francisco Camprodón y Antonio Hurtado. La jugada maestra es presentarlas no como dos piezas separadas, sino como un ingenioso entrelazado que las une en una narrativa única y muy original. ¿La clave? Una «curiosa coctelera» dramatúrgica que convierte ‘El vizconde’ en una especie de telenovela que los personajes de ‘Gato por liebre’ ven en directo.
Imagina la escena: la condesa y la baronesa, sentadas cómodamente, disfrutando del último capítulo de su serie favorita, ‘El vizconde’. En pantalla, un ficticio Don Alfonso de Vivar (con resonancias al mismísimo Campeador) desafía a su cobarde hijo Don Rodrigo. El drama se intensifica cuando el vizconde de Vivar, enamorado de su prima Elena, decide sustituir al miedoso Rodrigo en el duelo. Un héroe, un matrimonio asegurado, y un Rodrigo camino del sacerdocio. Y justo cuando la trama de la «tele» culmina, la realidad de las damas se desvela con un engaño final en sus propias narices. ¡Un doble enredo que no tiene desperdicio!
Magia en la Dirección y el Aspecto Visual
El cerebro detrás de esta brillante artimaña es Alfonso Romero, director de escena, quien ha logrado tejer una propuesta sólida y llena de vitalidad. Su trabajo es el héroe principal de la jornada, consiguiendo que estas obras resurjan con una frescura sorprendente. Pero no está solo en esta hazaña. La creatividad se desborda en cada detalle:
- La resolución tramoyista de Carolina González Sanz, que dota al espectáculo de un dinamismo visual constante.
- El vestuario estrambótico de Rosa García Andújar, que no solo viste a los personajes, sino que les da vida y personalidad, acentuando el tono cómico y casi irreverente de la propuesta.
Las constantes transiciones y los cambios de perspectiva, sumados al ingenioso travestismo de los personajes, son las piezas clave que aceleran el ritmo de este vodevil. Los juegos de identidad, la picardía y la subversión de roles son el motor de la comicidad, convirtiendo cada escena en un festín de equívocos y sorpresas. Ya lo dice la tradición teatral: para lo ligero, lo mejor es remover los bajos instintos con inteligencia, y esta producción lo hace a la perfección.
El Vínculo con el Pasado y un Futuro Prometedor
Colaboraciones con el Teatro de la Zarzuela de Madrid, y futuras paradas en el Teatro Mayor de Bogotá y el Metropolitano de Medellín, demuestran la ambición y el acierto de esta apuesta. Recuperar estos géneros «livianos», populares y accesibles, no es tarea sencilla, pero esta producción ha demostrado que es posible. La Fundación Juan March nos ha recordado que el buen humor y la risa son también una forma de arte. Lo que antes hacía reír a los madrileños del siglo XIX con más algarabía que respeto, ahora divierte con una renovada inteligencia y un toque de reverencia, pero la esencia se mantiene: ¡la diversión!
El éxito de estas obras en su época sentó las bases para el desarrollo del género y su evolución. Que hoy en día sigan cosechando aplausos es la prueba de que algo imperecedero reside en su estructura. Rescatar un pasado tan íntimamente ligado a la diversión de una sociedad ya desaparecida es un reto, pero con inteligencia, solidez y un toque de picardía, se logra. La March nos invita a comprobarlo, abriendo sus puertas a la comedia y a la sorpresa.
En el apartado musical, Miquel Ortega, director musical, lidera la propuesta desde el piano, dirigiendo un quinteto de cuerda que aporta un aire elegantemente decadente a la atmósfera general. Los arreglos instrumentales, bajo su batuta, son el broche de oro para una experiencia que es, sin duda, un caramelo para los oídos y una carcajada para el alma. Sin olvidar el gran trabajo de los intérpretes: la soprano Irene Palazón, la contralto Blanca Valido, el tenor Juan Antonio Sanabria y el barítono César San Martín, que dan vida a esta variopinta galería de personajes con talento y desparpajo.
La Fundación Juan March se reinventa, nos invita a reír y a disfrutar de un tipo de teatro que, aunque breve y aparentemente «ligero», esconde una maestría en el enredo y la comicidad que sigue siendo tan efectiva hoy como lo fue hace más de un siglo. Si buscas una experiencia cultural que te saque una sonrisa y te deje un buen sabor de boca, ¡no te pierdas este водеvil!.
Fuente original de la información: ABC – Alberto González Lapuente
Créditos de la imagen: Fundación Juan March